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martes, 31 de enero de 2017
pELIS DE cULTO. mETROPOLIS DE fRITZ lang, Metrópolis inspiró el video de la canción Radio Ga Ga del grupo Queen, en donde usaron partes originales de la película.
Metrópolis (Metropolis) es una película muda alemana de 1927 realizada por la productora UFA. De ciencia ficción, la trama distópica urbana futurista filmada por Fritz Lang, es considerada una de las grandes películas del cine expresionista alemán y de la historia del cine mundial. Fue el primer filme considerado Memoria del Mundo por la Unesco.
El guion fue escrito por Fritz Lang y su esposa Thea von Harbou, inspirándose en una novela de 1926 de la misma Von Harbou.
Metrópolis es uno de lοs pocos filmes considerados Memoria del Mundo por la Unesco (otros son los filmes documentales de los hermanos Lumière, Los olvidados, dirigida por Luis Buñuel de 1950 y El mago de Oz de Victor Fleming de 1939). Fue el primero en poseer esta categoría, amparado en la vívida encarnación de toda la sociedad, y la profundidad de su contenido humano y social.
Metrópolis inspiró el video de la canción Radio Ga Ga del grupo Queen, en donde usaron partes originales de la película.
En una megalópolis del siglo XXI los obreros viven en un gueto subterráneo donde se encuentra el corazón industrial con la prohibición de salir al mundo exterior. Incitados por un robot se rebelan contra la clase intelectual que tiene el poder, amenazando con destruir la ciudad que se encuentra en la superficie, pero Freder (Gustav Fröhlich), hijo del dirigente de Metrópolis, con la ayuda de María (Brigitte Helm), de origen humilde, intentarán evitar la destrucción apelando a los sentimientos y al amor.
El filme se desarrolla en el año 2026, en una ciudad-estado de enormes proporciones llamada Metrópolis. La sociedad se ha dividido en dos grupos antagónicos y complementarios: una élite de propietarios y pensadores, que viven en la superficie, viendo el mundo desde los grandes rascacielos y paisajes urbanos, y una casta de trabajadores, que viven bajo la ciudad y que trabajan sin cesar para mantener el modo de vida de los de la superficie. El presidente-director de la ciudad es Johan Joh Fredersen (Alfred Abel).
Una figura carismática y pacificadora, llamada María defiende la causa de los trabajadores. Pero en lugar de incitar a una revuelta, insta a los trabajadores a buscar una salida pacífica y tener paciencia, esperando la llegada del «Mediador», que unirá ambas mitades de la sociedad. El hijo de Fredersen, Freder, conoce a María y queda prendado de ella. Al seguirla sin que ésta se dé cuenta, penetra en el mundo subterráneo de los trabajadores y mira con sus propios ojos las pésimas condiciones en que éstos viven y trabajan, así como el desdén absoluto de los propietarios, que prefieren traer más trabajadores para que las máquinas no se detengan, que auxiliar a los que sufren accidentes en ellas. Asqueado por lo que ve, Freder decide unirse a la causa de María.
Sin embargo, Fredersen se ha dado cuenta ya de las actividades de María, y temiendo una revuelta de los obreros, decide solicitar la ayuda del científico Rotwang (Rudolf Klein-Rogge), quien a su vez le muestra un robot antropomorfo de su invención. El robot de Rotwang puede tomar tanto la conducta como la apariencia de una persona, así que deciden suplantar a María. Al robot se le manda promover los disturbios y el descontento, para así permitir a Fredersen lanzar una represión violenta contra los trabajadores. Lo que desconoce Fredersen es que el robot contiene el espíritu de Hel - la que había sido esposa de Rotwang, que tuvo un amorío con el dueño de la ciudad, y falleció al dar a luz a su hijo Freder -, y que Rotwang utilizará al autómata como instrumento de venganza contra el presidente de Metrópolis, su hijo, y toda la ciudad.
La verdadera María es hecha prisionera en la mansión de Rotwang, en Metrópolis, mientras el robot la suplanta y lanza discursos incendiarios, y además comienza a seguir las iniciativas de Rotwang en su plan de venganza. Se transforma en bailarina exótica en el prestigioso cabaré Yoshiwara, y así excita a los asistentes y nubla su razón para promover la discordia y la decadencia entre los jóvenes adinerados. Siguiendo los malos consejos del robot, los trabajadores inician una revuelta y destruyen la «Máquina Corazón», que proporciona la energía que hace funcionar todas las demás maquinarias de Metrópolis. La destrucción de la máquina también provoca que los tanques de agua de la ciudad se aneguen, e inunden el submundo de los trabajadores, quienes, cegados por el discurso del robot, han descuidado la seguridad de sus hijos, que terminan siendo rescatados por Freder y la verdadera María. Al darse cuenta de su grave error, los trabajadores, desesperados, salen a la superficie en busca de su «enemiga en la ciudadela», la presunta María. La muchedumbre invade el distrito de diversiones de la ciudad y captura a la falsa María, a la que atan a una estaca y prenden fuego, mientras Freder observa todo y desespera. Pero pronto se dan cuenta de que esa María es una impostora, al arder sus carnes falsas y quedar al descubierto el robot, y al ver a la verdadera María ser perseguida por el enloquecido Rotwang en los tejados de la catedral de la ciudad. Freder persigue a Rotwang y se enfrenta con él, hasta que Rotwang se precipita del tejado hacia su muerte. María y Freder retornan a la calle y van al encuentro de Joh y Grot (dirigentes de la ciudad y de los trabajadores) y dejan entrever el comienzo de una nueva sociedad.
Con el lema «Mittler zwischen Hirn und Hand muss das Herz sein» («Mediador entre el cerebro y la mano ha de ser el corazón»), que debe interpretarse como la necesidad de que la capacidad de amar del ser humano reúna a la razón y la fuerza, se reconcilian el magnate Joh Fredersen y los trabajadores de Metrópolis gracias a Freder, tres componentes simbólicos: razón, trabajo y corazón.
el Creador del Cut -uP. wILLIAM bURROUGHS
Burroughs (San Luis, Misuri, 5 de febrero de 1914-Lawrence, Kansas, 2 de agosto de 1997) fue un novelista, ensayista y crítico social estadounidense. Renovador del lenguaje narrativo y una de las principales figuras de la Generación Beat, etiqueta con la que nunca estuvo de acuerdo en vida.
Burroughs nació en el seno de una familia acomodada. Su abuelo inventó una máquina de sumar que serviría para fundar la Burroughs Adding Machines, empresa que aún existe, aunque pasó a llamarse Burroughs Corporation antes de la fusión que la convertiría en Unisys. Terminó sus estudios en la Universidad de Harvard en 1936. Ya desde pequeño descubrió sus inclinaciones homosexuales y su pasión por las armas de fuego, que le acompañó toda su vida. Tras un periodo terriblemente autodestructivo durante los años cincuenta tras una primeriza incursión en la literatura pulp (es el caso de Yonqui), se dedicó a partir de los sesenta a escribir con bastante continuidad. Su obra tiene una importante carga autobiográfica, y en ella se plasma su adicción a diversas sustancias, como la heroína. La experimentación, el surrealismo y la sátira constituyen, además, algunos de los elementos más destacados de sus novelas. Sus primeras publicaciones se engloban dentro de la Generación Beat, esto es, el grupo de intelectuales y artistas estadounidenses que definieron y dieron forma a la cultura tras la Segunda Guerra Mundial. No en vano, Burroughs mantuvo importantes contactos con escritores como Allen Ginsberg, Gregory Corso, Jack Kerouac y Herbert Huncke. Con Allen Ginsberg (del que se cree que fue amante) mantuvo una duradera amistad, de cuya correspondencia escrita se han editado recopilaciones como el libro Las cartas de la ayahuasca. Pero la influencia de su literatura trascendió ampliamente este movimiento, dejándose sentir posteriormente en otras manifestaciones artísticas de tipo contracultural.
Estuvo casado con Joan Vollmer Adams Burroughs con la que tuvo un hijo. En una de sus huidas de la justicia estadounidense a México, bajo los efectos de la droga y el alcohol la pareja imitaría uno de los pasajes míticos de Guillermo Tell, cuando de un disparo fortuito William acabó con la vida de su esposa, accidente que marcaría un antes y un después en la obra literaria del autor, tal y como explica en el prólogo de su obra Queer.1
En los años 1960 Burroughs se integró a la Iglesia de la Cienciología, que abandonó poco después. Consideró que las técnicas y filosofía de la Cienciología le ayudaron y que sería necesario estudiarla más a fondo; pero era escéptico sobre la organización en sí, considerando que promovía un entorno que no aceptaba ninguna discusión crítica.2 Sus posteriores escritos críticos sobre esta organización le acarrearon una batalla epistolar. Ingresó en la Academia Estadounidense de las Artes y las Letras en 1984.
Literatura
La obra de Burroughs comenzó siendo formalmente convencional aunque sus temáticas no lo eran. Es el caso de sus obras primerizas como Yonqui o Queer (Marica, que no fue publicada hasta 1985). Posteriormente se entregó a la experimentación formal con mayor o menor éxito. Técnicas como el cut-up, (que aprendió de su amigo Brion Gysin) consistente en collages narrativos o un esfuerzo denodado por destruir las normas sintácticas y semánticas sin perder el sentido de lo relatado. De esta época proceden la trilogía Nova express, La máquina blanda y El ticket que explotó. No se debe considerar esta experimentación como algo sin objetivo. La peculiar filosofía de Burroughs, que en definitiva es la que ha dado trascendencia a su obra, es casi mesiánica. Según Burroughs, el ser humano está alienado por el lenguaje. Considera que el lenguaje (y las normas gramaticales y sintácticas que le caracterizan) es un organismo parásito, un virus, que ha elegido nuestras mentes como hábitat. El problema se complica porque los seres humanos infectados no saben que lo están. Para Burroughs, la auténtica revolución no es de índole social, sino mental. Deshacerse del virus lenguaje es el primer paso. La guerra contra este virus establece una continuidad en gran parte de su obra, donde los protagonistas (humanos, extraterrestres, seres inorgánicos, demonios) están claramente de un bando o de otro y se enfrentan violentamente, sin reglas de ningún tipo. Los esfuerzos de este autor por trascender las reglas del lenguaje consiguen finalmente destruir esa tiranía inherente, de tal manera que Burroughs consigue expresar imágenes y mundos como nadie ha podido antes. No se puede afirmar, empero, que haya conseguido este objetivo desde el primer momento. Las obras anteriormente mencionadas en ocasiones rozan la ilegibilidad y exigen un esfuerzo considerable por parte del lector. No es sino hasta su madurez, con la trilogía Ciudades de la noche roja, El lugar de los caminos muertos y Tierras del occidente donde este autor consigue el equilibrio entre accesibilidad, experimentación y revolución, pues regresaría a la escritura lineal con los aprendizajes de las técnicas experimentales con las cuales había trabajado. En estos tres libros la destrucción del lenguaje se lleva a cabo de manera tan sutil que en la práctica el lector no se da cuenta de que en realidad el texto está violando todas las reglas del lenguaje, logrando además que el texto se transforme en imágenes de modo fluido. Su modo de escribir, en especial su uso de la técnica cut-up, ha repercutido e influido en la forma de escribir de músicos como Ian Curtis, David Bowie, Patti Smith y Kurt Cobain, declarados admiradores del escritor.
Frases de William Burroughs
El lenguaje es un virus.
Nada es verdad, todo está permitido.
Después de echar un vistazo a este planeta, un visitante de otro mundo diría: quiero ver al manager.
Quizás todo tipo de placer es solamente un sustituto.
La única ética posible es hacer lo que uno quiere hacer.
La desesperación es la materia prima del cambio drástico.
Un hombre no puede tener peor destino que estar rodeado de almas traidoras.
Como dijo un juez a otro: "sé justo, y si no puedes ser justo, sé arbitrario".
Mirad, mirad bien el camino de la droga antes de viajar por él y liaros con las malas compañías.
jueves, 19 de enero de 2017
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