Burroughs (San Luis, Misuri, 5 de febrero de 1914-Lawrence, Kansas, 2 de agosto de 1997) fue un novelista, ensayista y crítico social estadounidense. Renovador del lenguaje narrativo y una de las principales figuras de la Generación Beat, etiqueta con la que nunca estuvo de acuerdo en vida.
Burroughs nació en el seno de una familia acomodada. Su abuelo inventó una máquina de sumar que serviría para fundar la Burroughs Adding Machines, empresa que aún existe, aunque pasó a llamarse Burroughs Corporation antes de la fusión que la convertiría en Unisys. Terminó sus estudios en la Universidad de Harvard en 1936. Ya desde pequeño descubrió sus inclinaciones homosexuales y su pasión por las armas de fuego, que le acompañó toda su vida. Tras un periodo terriblemente autodestructivo durante los años cincuenta tras una primeriza incursión en la literatura pulp (es el caso de Yonqui), se dedicó a partir de los sesenta a escribir con bastante continuidad. Su obra tiene una importante carga autobiográfica, y en ella se plasma su adicción a diversas sustancias, como la heroína. La experimentación, el surrealismo y la sátira constituyen, además, algunos de los elementos más destacados de sus novelas. Sus primeras publicaciones se engloban dentro de la Generación Beat, esto es, el grupo de intelectuales y artistas estadounidenses que definieron y dieron forma a la cultura tras la Segunda Guerra Mundial. No en vano, Burroughs mantuvo importantes contactos con escritores como Allen Ginsberg, Gregory Corso, Jack Kerouac y Herbert Huncke. Con Allen Ginsberg (del que se cree que fue amante) mantuvo una duradera amistad, de cuya correspondencia escrita se han editado recopilaciones como el libro Las cartas de la ayahuasca. Pero la influencia de su literatura trascendió ampliamente este movimiento, dejándose sentir posteriormente en otras manifestaciones artísticas de tipo contracultural.
Estuvo casado con Joan Vollmer Adams Burroughs con la que tuvo un hijo. En una de sus huidas de la justicia estadounidense a México, bajo los efectos de la droga y el alcohol la pareja imitaría uno de los pasajes míticos de Guillermo Tell, cuando de un disparo fortuito William acabó con la vida de su esposa, accidente que marcaría un antes y un después en la obra literaria del autor, tal y como explica en el prólogo de su obra Queer.1
En los años 1960 Burroughs se integró a la Iglesia de la Cienciología, que abandonó poco después. Consideró que las técnicas y filosofía de la Cienciología le ayudaron y que sería necesario estudiarla más a fondo; pero era escéptico sobre la organización en sí, considerando que promovía un entorno que no aceptaba ninguna discusión crítica.2 Sus posteriores escritos críticos sobre esta organización le acarrearon una batalla epistolar. Ingresó en la Academia Estadounidense de las Artes y las Letras en 1984.
Literatura
La obra de Burroughs comenzó siendo formalmente convencional aunque sus temáticas no lo eran. Es el caso de sus obras primerizas como Yonqui o Queer (Marica, que no fue publicada hasta 1985). Posteriormente se entregó a la experimentación formal con mayor o menor éxito. Técnicas como el cut-up, (que aprendió de su amigo Brion Gysin) consistente en collages narrativos o un esfuerzo denodado por destruir las normas sintácticas y semánticas sin perder el sentido de lo relatado. De esta época proceden la trilogía Nova express, La máquina blanda y El ticket que explotó. No se debe considerar esta experimentación como algo sin objetivo. La peculiar filosofía de Burroughs, que en definitiva es la que ha dado trascendencia a su obra, es casi mesiánica. Según Burroughs, el ser humano está alienado por el lenguaje. Considera que el lenguaje (y las normas gramaticales y sintácticas que le caracterizan) es un organismo parásito, un virus, que ha elegido nuestras mentes como hábitat. El problema se complica porque los seres humanos infectados no saben que lo están. Para Burroughs, la auténtica revolución no es de índole social, sino mental. Deshacerse del virus lenguaje es el primer paso. La guerra contra este virus establece una continuidad en gran parte de su obra, donde los protagonistas (humanos, extraterrestres, seres inorgánicos, demonios) están claramente de un bando o de otro y se enfrentan violentamente, sin reglas de ningún tipo. Los esfuerzos de este autor por trascender las reglas del lenguaje consiguen finalmente destruir esa tiranía inherente, de tal manera que Burroughs consigue expresar imágenes y mundos como nadie ha podido antes. No se puede afirmar, empero, que haya conseguido este objetivo desde el primer momento. Las obras anteriormente mencionadas en ocasiones rozan la ilegibilidad y exigen un esfuerzo considerable por parte del lector. No es sino hasta su madurez, con la trilogía Ciudades de la noche roja, El lugar de los caminos muertos y Tierras del occidente donde este autor consigue el equilibrio entre accesibilidad, experimentación y revolución, pues regresaría a la escritura lineal con los aprendizajes de las técnicas experimentales con las cuales había trabajado. En estos tres libros la destrucción del lenguaje se lleva a cabo de manera tan sutil que en la práctica el lector no se da cuenta de que en realidad el texto está violando todas las reglas del lenguaje, logrando además que el texto se transforme en imágenes de modo fluido. Su modo de escribir, en especial su uso de la técnica cut-up, ha repercutido e influido en la forma de escribir de músicos como Ian Curtis, David Bowie, Patti Smith y Kurt Cobain, declarados admiradores del escritor.
Frases de William Burroughs
El lenguaje es un virus.
Nada es verdad, todo está permitido.
Después de echar un vistazo a este planeta, un visitante de otro mundo diría: quiero ver al manager.
Quizás todo tipo de placer es solamente un sustituto.
La única ética posible es hacer lo que uno quiere hacer.
La desesperación es la materia prima del cambio drástico.
Un hombre no puede tener peor destino que estar rodeado de almas traidoras.
Como dijo un juez a otro: "sé justo, y si no puedes ser justo, sé arbitrario".
Mirad, mirad bien el camino de la droga antes de viajar por él y liaros con las malas compañías.
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