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sábado, 14 de octubre de 2017

Illustradorasinfinitas Powerpaola

Los personajes que integran la familia de la colombiana Paola Gaviria (nacida en Ecuador) son mundanos y reconocibles; lo que sorprende es la crudeza con la que esta dibujante aprovecha su humor sutilísimo y melancólico para exhibir las pequeñas grandes mentiras que rodearon su crecimiento, educación y, finalmente, su salida al mundo, producto de la disolución de los primeros lazos afectivos. Virus tropical (La Editorial Común), la novela gráfica de Powerpaola que desde hace unos meses asoma por las librerías argentinas, es la deslumbrante carta de presentación de una artista sensible y elegante, capaz de retratar la infancia y la adolescencia de una mujer -ella misma- sin apelar al sentimentalismo ni a los clichés de las políticas de género. Con un trazo en el que conviven el costumbrismo estilizado y la pasión por los detalles, Virus tropical conmueve y entretiene, igual que Persépolis , de Marjane Satrapi, esa otra gran autobiografía a cuadritos con la que ciertamente se emparenta. "Lo único que busco es contar mi vida y materializar en un dibujo lo que me pasa -dice-. Ya me gustaría contar otras historias, sobre todo de ficción, ¡pero no puedo, no me sale!"
-Desde muy joven te dedicaste a viajar por el mundo: fuiste ayudante de cocina en Sydney, cuidaste ancianas en París y en otras ciudades trabajaste como modelo de dibujo en vivo. ¿Cómo llegaste a la novela gráfica?


-Desde que estudié Artes Plásticas, en Medellín, me interesé en el dibujo como herramienta autobiográfica. La verdad es que yo siempre dibujé, pero la historieta no es parte de mi formación.
-¿Cuándo empezó a serlo?
-En 2003, cuando obtuve una residencia para la Cité Internationale des Arts, en París. Una vecina vio mis dibujos y me dijo: "¡Tienes que leer cómics!". Pero como yo no tenía idea me prestó varios libros, algunos de Julie Doucet entre ellos. Cuando los leí, me di cuenta de que yo quería hacer eso mismo, es decir, contar historias de mi vida.
-¿Ahí te animaste?
-Poco después. Vivía en Sydney, porque a mi esposo le tocó hacer una maestría allá. Yo trabajaba como asistente en un restaurante y me sentía muy rara: por un lado, el inglés me costaba y pensaba que nunca iba a poder dedicarme al dibujo; por el otro, tenía mucho tiempo libre, ganaba buen dinero y conocía una ciudad extranjera. Así que armé un fanzine , subí algunas cosas a mi blog y se las mandé a varios amigos de distintos países. Mientras tanto, como con mi marido queríamos seguir viajando, llegamos a Buenos Aires. Y ahí me invitaron para formar parte del blog Historietas Reales.
-Tu trabajo relata la intimidad, sin pudores y de una forma muy transparente. ¿Crees que Virus tropical se inscribe en la narrativa del yo, tan característica de nuestra época?
-Claro que sí. Hoy todo el mundo es un poco público, y por eso lo autobiográfico tiene un nuevo sentido. A mí me parece que contar lo íntimo representa una buena oportunidad para mirar en detalle cosas divertidas de uno mismo y atreverse a contarlas desde un punto de vista novedoso.
Virus tropical demuestra que la frescura puede ser brutal. ¿Cuáles son tus límites?
-Yo creo que el escándalo y el drama. A mí no me gusta escandalizar; mi intención es crear un punto de vista personal y contar historias de mi vida, pero apostar a la crudeza no implica buscar el escándalo. Con el drama es lo mismo: contar las historias tal como son, o al menos como las recuerdo, no significa tener que agregarles drama.
-¿Qué te dieron las ciudades en las que viviste?
-¡Bueno! Ver el mundo de una manera ajena a la propia siempre enriquece. En mi caso, la cultura de cada ciudad me ha permitido observarme a mí misma de distintas maneras. Y como mi trabajo es autobiográfico, esa diversidad aparece en mi dibujo.
-Buenos Aires en particular, ¿qué te aportó?
-Creo que me sirvió para revalorizar el poder de la palabra. Aquí todo se basa en la conversación, siempre hay opiniones para los distintos temas. Digamos que se profundizan las cuestiones. En mi cultura no es así.
Virus tropical no es exclusivamente para mujeres, pero la mirada tiene un fuerte acento femenino. ¿Qué opinás de Maitena, que entre nosotros canonizó el retrato de la mujer en el cómic?
-Me gusta, claro, es interesante. Aunque de alguna manera ella explota el cliché de lo femenino, que en mi caso es algo que yo trato de evitar.
-¿Cuáles son las historietas que te atraen?
-Las que cuentan historias con humor, sensibilidad y sin drama. Del dibujo me gusta que me diga algo sobre la personalidad del artista. En ese estilo, creo que el cómic vive un momento muy creativo. Las pruebas son Persépolis , de Marjane Satrapi, y las historietas de la alemana Ulli Lust, la canadiense Julie Doucet y la israelí Noga Rauch, que me encantan e inspiran.
-¿Sentís que estamos ante una nueva era del cómic, ya muy distante de aquella en la que se lo consideraba puro entretenimiento?
-Por supuesto. Al menos desde Maus , de Art Spiegelman, quedó claro que la historieta no siempre es light . Al contrario, es un formato que permite explorar y profundizar las posibilidades del dibujo y de la narración. Los caminos son muchos.

La nACION

martes, 3 de octubre de 2017

Poetas Enormes : Chantal Maillard,

Hija de padres belgas, nació en Bruselas en 1951, nacionalizándose española desde los 17 años.
Es doctora en Filosofía Pura y profesora titular de Estética y Teoría de las Artes en el Departamento de Filosofía 
de la Universidad de Málaga, en la que imparte enseñanza desde 1990.Vivió un año en Benarés, India, en cuya 
universidad se especializó en Filosofía y Religión India. 
Ha colaborado con críticas de filosofía, estética y pensamiento oriental en el Suplemento Cultural de los diarios 
ABC
 y El País
Como poeta, ha publicado, entre otros, «Semillas para un cuerpo» 1987, Premio Leonor de poesía «Hainuwele» 1990, 
Premio Ricardo Molina 
, «La otra orilla» 1990, «Poemas a mi muerte» 1994, Premio Santa Cruz de La Palma
«Conjuros» 2001, «Lógica borrosa» 2002,  «Matar a Platón» 2004, Premio Nacional de Literatura, y "Notas al margen". Con la obra "Hilos", publicada en 2007,  0btuvo el Premio Nacional de la Crítica.
Ha cultivado la prosa poética en «Filosofía en los días críticos», «Diarios 1996-1998» y «Benarés». 
Ha traducido y editado a Henri Michaux y ha colaborado en distintos proyectos y actividades editoriales como 
la realizada conjuntamente con Jesús Aguado, de la cual ha resultado una colección de libros (poesía, ensayo y teatro) 
de textos clásicos de la tradición india, editados en Benarés.
Entre sus ensayos se destacan los títulos «La creación por la metáfora» 1992, «El crimen perfecto»,  «Aproximación 
a la estética india» 1993,   «Confucionismo, taoísmo y budismo» 1995  «La razón estética» 1999.


Chantal Maillard, poeta y filósofa española nacida en Bélgica (Bruselas1951). Premio Nacional de Poesía por su obra Matar a Platón y Premio de la Crítica por Hilos seguido de Cual. Doctora en Filosofía especializada en Filosofías y Religiones de India en la Banaras Hindu University (Benarés). Profesora titular de Estética y Teoría de las Artes de la Universidad de Málaga hasta el año 2000.

Ha puesto en escena varias de sus obras e intervenido en proyectos interdisciplinares con artistas nacionales e internacionales, tanto de las artes plásticas como del ámbito escénico, cinematográfico y musical.




Poesia





El cansancio



El cansancio. De nuevo, el
cansancio. El esfuerzo por
sobrevivir. Reiterado

Observar las nubes.
Dentro.
Barrer.
Dentro.

Elegir quedar.

                                       Toda nube
lleva una trayectoria. Asumir
la trayectoria. Imposible
barrer todo siempre. Está el
cansancio.

                              Aunque también el de
las trayectorias. De ver pasar las nubes.
También ese cansancio.

                                                  Entonces,
por un momento, ahora.
Sin voluntad. Y casi está bien.
Hasta pensar el estar bien y conve
rtirlo




en nube. En trayectoria











. El pánico

El cansancio. La sed. El pánico. 
Dentro. Fuera no se mueve. Dentro, 
pánico. Humedad que traspasa la 
casa-huesos. Entonces voy donde 
hay muchos. Como si algo fuese
cierto. Como si algo cambiase y por
eso fuese cierto. Entre todos. Entre 
muchos. Cierto porque se mueve.
Como si hubiese meta. Si no se
alcanza no importa. Mejor no
alcanzar. Como si. Para que sea 
cierto -¿cierto?-

La hora estimada. La hora de llegada 
estimada. Como si algo ocurriese. 
Por el movimiento. Por el nombre 
que cambia. El del lugar. El de los
ojos, no. Los ojos siguen fijos en el
rostro. El rostro que no veo. Siguen
mirando fuera. Yo nunca veo la
mirada de mis ojos mirando fuera.

El movimiento atrapando la
atención. Reteniéndola. Guiándola. 
Llaman historia a ese movimiento
que retiene la atención. Cuando no
hay movimiento fuera, la historia
ocurre dentro. Pueden haber muchas
historias a partir de un solo
movimiento. Entre todas forman una
situación. La situación es un nudo, a
veces una madeja, pero siempre es
un nudo. Algunos nudos retienen el
pánico. 

Se produce en el silencio,
antes del movimiento, y
también después. El pánico es 
un furor detenido. En un principio 
fue el pánico. Tuvo que serlo. Luego, 
el furor fue las formas, ésas que el
movimiento produce en razón de sus
detenciones, de sus sacudidas.

Cuando el espacio entre las 
sacudidas se prolonga, decimos 
que alguien ha muerto. Entonces vuelve 
el pánico o, mejor dicho, se abre. Se 
abre el pánico y el furor se detiene. 

Suele ocurrir también que alguien, 
en el movimiento aún sostenido, 
caiga en la abertura del pánico. Es
por efecto del vértigo que arrastra 
como un esfínter los bordes de 
la abertura. Su tiempo, 
entonces, queda detenido. En el 
pánico.

Por eso hago como si algo ocurriese. 
Ocurre al menos la historia como si 
algo ocurriese. Un movimiento, 
una vez más. Tal vez sirva. Para que 
haya historia y me la crea. Lo justo 
para poder caer más adelante.


Sin embargo

Sin embargo,
sin embargo,
sin embargo… No me
fío de mí. Nada es
permanente. Menos
lo es la palabra. Esto
tampoco,
esto tampoco,
esto tampoco. No me fío,
no te fíes de quien
dice, de quien
habla, de lo que se
dice, de lo que dices,
de lo que digo,
no me fíes,
no te fío.
La lucidez es una chispa, un
estado de conciencia
en las multiplicadas estancias
de la conciencia o que hacen
conciencia, las estancias
que se alargan, se prolongan, se
continúan, y así
se le llama conciencia
a aquella continuidad.
No me fío, no te
fíes de las estancias,
se estrechan,
se acortan,
se invaden,
desaparecen,
la lucidez es un instante
entre estancias,
ventanas en la mónada que
si permanece bajo
la luz del foco se hace estancia,
también ella, y sufre
las mismas convulsiones.
Sin embargo,
sin embargo,
sin embargo… lo
que intuyo ahora
se borrará mañana,
luego,
ahora,
apenas se haga pensamiento,
conciencia: estancia. Atrapamos
la sensación que invade las entrañas,
muy abajo,
muy adentro,
muy homogénea, la atrapamos
y la hacemos eso: “sensación”,
la nombramos,
la describimos… la perdemos. Ya
no es ella, ya no es eso, ya no es.
Aún está allí pero
no es lo que digo,
lo es apenas,
no es lo que oís,
no es eso, no
os fiéis,
no me fíes,
no te fío.
De nuevo cae la tarde,
mengua la luz.
Los colores del otoño vienen del oeste,
decía aquel poeta chino.
El mundo está en mí.
No me apartaré.
Acojo todos los colores, el
estío dentro de mi otoño,
porque sé que no
hay fin, que no habrá término.
Todo comienza y termina en mí.
Yo soy el infinito proyecto de mí misma
por encima de mí

me sobrevuelo.