Es doctora en Filosofía Pura y profesora titular de Estética y Teoría de las Artes en el Departamento de Filosofía
de la Universidad de Málaga, en la que imparte enseñanza desde 1990.Vivió un año en Benarés, India, en cuya
universidad se especializó en Filosofía y Religión India.
Ha colaborado con críticas de filosofía, estética y pensamiento oriental en el Suplemento Cultural de los diarios
ABC y El País.
Como poeta, ha publicado, entre otros, «Semillas para un cuerpo» 1987, Premio Leonor de poesía «Hainuwele» 1990,
Premio Ricardo Molina , «La otra orilla» 1990, «Poemas a mi muerte» 1994, Premio Santa Cruz de La Palma,
«Conjuros» 2001, «Lógica borrosa» 2002, «Matar a Platón» 2004, Premio Nacional de Literatura, y "Notas al margen". Con la obra "Hilos", publicada en 2007, 0btuvo el Premio Nacional de la Crítica.
Ha cultivado la prosa poética en «Filosofía en los días críticos», «Diarios 1996-1998» y «Benarés».
Ha traducido y editado a Henri Michaux y ha colaborado en distintos proyectos y actividades editoriales como
la realizada conjuntamente con Jesús Aguado, de la cual ha resultado una colección de libros (poesía, ensayo y teatro)
de textos clásicos de la tradición india, editados en Benarés.
Entre sus ensayos se destacan los títulos «La creación por la metáfora» 1992, «El crimen perfecto», «Aproximación
a la estética india» 1993, «Confucionismo, taoísmo y budismo» 1995 «La razón estética» 1999.
Chantal Maillard, poeta y filósofa española nacida en Bélgica (Bruselas, 1951). Premio Nacional de Poesía por su obra Matar a Platón y Premio de la Crítica por Hilos seguido de Cual. Doctora en Filosofía especializada en Filosofías y Religiones de India en la Banaras Hindu University (Benarés). Profesora titular de Estética y Teoría de las Artes de la Universidad de Málaga hasta el año 2000.
Ha puesto en escena varias de sus obras e intervenido en proyectos interdisciplinares con artistas nacionales e internacionales, tanto de las artes plásticas como del ámbito escénico, cinematográfico y musical.
Poesia
El cansancio
El cansancio. De nuevo, el
cansancio. El esfuerzo por
sobrevivir. Reiterado
Observar las nubes.
Dentro.
Barrer.
Dentro.
Elegir quedar.
Toda nube
lleva una trayectoria. Asumir
la trayectoria. Imposible
barrer todo siempre. Está el
cansancio.
Aunque también el de
las trayectorias. De ver pasar las nubes.
También ese cansancio.
Entonces,
por un momento, ahora.
Sin voluntad. Y casi está bien.
Hasta pensar el estar bien y convertirlo
cansancio. El esfuerzo por
sobrevivir. Reiterado
Observar las nubes.
Dentro.
Barrer.
Dentro.
Elegir quedar.
Toda nube
lleva una trayectoria. Asumir
la trayectoria. Imposible
barrer todo siempre. Está el
cansancio.
Aunque también el de
las trayectorias. De ver pasar las nubes.
También ese cansancio.
Entonces,
por un momento, ahora.
Sin voluntad. Y casi está bien.
Hasta pensar el estar bien y convertirlo
en nube. En trayectoria
. El pánico
El cansancio. La sed. El pánico.
Dentro. Fuera no se mueve. Dentro,
pánico. Humedad que traspasa la
casa-huesos. Entonces voy donde
hay muchos. Como si algo fuese
cierto. Como si algo cambiase y por
eso fuese cierto. Entre todos. Entre
muchos. Cierto porque se mueve.
Como si hubiese meta. Si no se
alcanza no importa. Mejor no
alcanzar. Como si. Para que sea
cierto -¿cierto?-
La hora estimada. La hora de llegada
estimada. Como si algo ocurriese.
Por el movimiento. Por el nombre
que cambia. El del lugar. El de los
ojos, no. Los ojos siguen fijos en el
rostro. El rostro que no veo. Siguen
mirando fuera. Yo nunca veo la
mirada de mis ojos mirando fuera.
El movimiento atrapando la
atención. Reteniéndola. Guiándola.
Llaman historia a ese movimiento
que retiene la atención. Cuando no
hay movimiento fuera, la historia
ocurre dentro. Pueden haber muchas
historias a partir de un solo
movimiento. Entre todas forman una
situación. La situación es un nudo, a
veces una madeja, pero siempre es
un nudo. Algunos nudos retienen el
pánico.
Se produce en el silencio,
antes del movimiento, y
también después. El pánico es
un furor detenido. En un principio
fue el pánico. Tuvo que serlo. Luego,
el furor fue las formas, ésas que el
movimiento produce en razón de sus
detenciones, de sus sacudidas.
Cuando el espacio entre las
sacudidas se prolonga, decimos
que alguien ha muerto. Entonces vuelve
el pánico o, mejor dicho, se abre. Se
abre el pánico y el furor se detiene.
Suele ocurrir también que alguien,
en el movimiento aún sostenido,
caiga en la abertura del pánico. Es
por efecto del vértigo que arrastra
como un esfínter los bordes de
la abertura. Su tiempo,
entonces, queda detenido. En el
pánico.
Por eso hago como si algo ocurriese.
Ocurre al menos la historia como si
algo ocurriese. Un movimiento,
una vez más. Tal vez sirva. Para que
haya historia y me la crea. Lo justo
para poder caer más adelante.
El cansancio. La sed. El pánico.
Dentro. Fuera no se mueve. Dentro,
pánico. Humedad que traspasa la
casa-huesos. Entonces voy donde
hay muchos. Como si algo fuese
cierto. Como si algo cambiase y por
eso fuese cierto. Entre todos. Entre
muchos. Cierto porque se mueve.
Como si hubiese meta. Si no se
alcanza no importa. Mejor no
alcanzar. Como si. Para que sea
cierto -¿cierto?-
La hora estimada. La hora de llegada
estimada. Como si algo ocurriese.
Por el movimiento. Por el nombre
que cambia. El del lugar. El de los
ojos, no. Los ojos siguen fijos en el
rostro. El rostro que no veo. Siguen
mirando fuera. Yo nunca veo la
mirada de mis ojos mirando fuera.
El movimiento atrapando la
atención. Reteniéndola. Guiándola.
Llaman historia a ese movimiento
que retiene la atención. Cuando no
hay movimiento fuera, la historia
ocurre dentro. Pueden haber muchas
historias a partir de un solo
movimiento. Entre todas forman una
situación. La situación es un nudo, a
veces una madeja, pero siempre es
un nudo. Algunos nudos retienen el
pánico.
Se produce en el silencio,
antes del movimiento, y
también después. El pánico es
un furor detenido. En un principio
fue el pánico. Tuvo que serlo. Luego,
el furor fue las formas, ésas que el
movimiento produce en razón de sus
detenciones, de sus sacudidas.
Cuando el espacio entre las
sacudidas se prolonga, decimos
que alguien ha muerto. Entonces vuelve
el pánico o, mejor dicho, se abre. Se
abre el pánico y el furor se detiene.
Suele ocurrir también que alguien,
en el movimiento aún sostenido,
caiga en la abertura del pánico. Es
por efecto del vértigo que arrastra
como un esfínter los bordes de
la abertura. Su tiempo,
entonces, queda detenido. En el
pánico.
Por eso hago como si algo ocurriese.
Ocurre al menos la historia como si
algo ocurriese. Un movimiento,
una vez más. Tal vez sirva. Para que
haya historia y me la crea. Lo justo
para poder caer más adelante.
Sin embargo
Sin embargo,
sin embargo,
sin embargo… No me
fío de mí. Nada es
permanente. Menos
lo es la palabra. Esto
tampoco,
esto tampoco,
esto tampoco. No me fío,
no te fíes de quien
dice, de quien
habla, de lo que se
dice, de lo que dices,
de lo que digo,
no me fíes,
no te fío.
La lucidez es una chispa, un
estado de conciencia
en las multiplicadas estancias
de la conciencia o que hacen
conciencia, las estancias
que se alargan, se prolongan, se
continúan, y así
se le llama conciencia
a aquella continuidad.
No me fío, no te
fíes de las estancias,
se estrechan,
se acortan,
se invaden,
desaparecen,
la lucidez es un instante
entre estancias,
ventanas en la mónada que
si permanece bajo
la luz del foco se hace estancia,
también ella, y sufre
las mismas convulsiones.
Sin embargo,
sin embargo,
sin embargo… lo
que intuyo ahora
se borrará mañana,
luego,
ahora,
apenas se haga pensamiento,
conciencia: estancia. Atrapamos
la sensación que invade las entrañas,
muy abajo,
muy adentro,
muy homogénea, la atrapamos
y la hacemos eso: “sensación”,
la nombramos,
la describimos… la perdemos. Ya
no es ella, ya no es eso, ya no es.
Aún está allí pero
no es lo que digo,
lo es apenas,
no es lo que oís,
no es eso, no
os fiéis,
no me fíes,
no te fío.
De nuevo cae la tarde,
mengua la luz.
Los colores del otoño vienen del oeste,
decía aquel poeta chino.
El mundo está en mí.
No me apartaré.
Acojo todos los colores, el
estío dentro de mi otoño,
porque sé que no
hay fin, que no habrá término.
Todo comienza y termina en mí.
Yo soy el infinito proyecto de mí misma
por encima de mí
me sobrevuelo.
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