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domingo, 26 de junio de 2016

Una entevista Inedita a Michel Foucault,

Michel Foucault: la máxima aspiración del poder es la inmortalidad

Esta entrevista inédita en español, que se incluye en El poder, una bestia magnífica, volumen que Siglo XXI publicará en octubre, da testimonio de la actualidad de las ideas del pensador francés, fallecido en 1984. La locura, el dominio y la sexualidad, en un diálogo que es, al mismo tiempo, un repaso de su trayectoria

¿Por qué usted, sin ser antropólogo, se interesa más, desde un punto de vista filosófico, en la estructura de las instituciones que en los mecanismos evolutivos?
-Lo que trato de hacer -y siempre traté de hacer desde mi primer verdadero libro, Historia de la locura en la época clásica- es poner en tela de juicio por medio de un trabajo intelectual diferentes aspectos de la sociedad, mostrando sus debilidades y sus límites. De todas maneras, mis libros no son proféticos y tampoco un llamado a las armas. Me irritaría intensamente que pudiera vérselos bajo esa luz. La meta que se proponen es explicar del modo más explícito -aun cuando a veces el vocabulario sea difícil- las zonas de la cultura burguesa y las instituciones que influyen directamente sobre las actividades y los pensamientos cotidianos del hombre.
-La palabra clave de todos sus libros parece ser "poder", ya se lo entienda en el sentido de poder disciplinario, poder de la medicina mental o poder omnipotente de la pulsión sexual?

Está claro, procuré definir las estrategias del poder en ciertos ámbitos. Por ejemplo, Vigilar y castigar se inicia con un "teatro del terror", la puesta en escena espectacular que acompañaba las ejecuciones públicas hasta el siglo pasado. Se suponía que ese ceremonial clamoroso y carnavalesco en el cual la mano omnipotente de la justicia hacía ejecutar la sentencia bajo la mirada de los espectadores grababa su mensaje de manera indeleble en las mentes de éstos. Con frecuencia el castigo excedía la gravedad del delito, y de ese modo se reafirmaban la supremacía y el poder absoluto de la autoridad. En nuestros días el control es menos severo y más refinado, pero no por ello menos aterrador. Durante el transcurso de nuestra vida todos estamos atrapados en diversos sistemas autoritarios; ante todo en la escuela, después en nuestro trabajo y hasta en nuestras distracciones. Cada individuo, considerado por separado, es normalizado y transformado en un caso controlado por una IBM. En nuestra sociedad, estamos llegando a refinamientos de poder en los que ni siquiera habrían soñado quienes manipulaban el teatro del terror.
-¿Y qué podemos hacer?
-El punto en que nos encontramos está más allá de cualquier posibilidad de rectificación, porque la concatenación de esos sistemas ha seguido imponiendo este esquema hasta hacerlo aceptar por la generación actual como una forma de la normalidad. Sin embargo, no se puede asegurar que sea un gran mal. El control permanente de los individuos lleva a una ampliación del saber sobre ellos, el cual produce hábitos de vida refinados y superiores. Si el mundo está en trance de convertirse en una suerte de prisión, es para satisfacer las exigencias humanas.
-No sólo crítico, usted es, además, un rebelde.
-Pero no un rebelde activo. Jamás desfilé con los estudiantes y los trabajadores, como lo hizo Sartre. Creo que la mejor forma de protesta es el silencio, la total abstención. Durante mucho tiempo me parecieron intolerables los aires que se daban algunos intelectuales franceses y que les flotaban encima de la cabeza como las aureolas en algunos cuadros de Rafael. Por eso me fui de Francia. Me marché a un exilio total y maravilloso, primero en Suecia, donde dicté clases en la Universidad de Uppsala, y después en un lugar que es todo lo contrario, Túnez, donde viví en Sidi Bou Said. De esa luz mediterránea puede decirse sin lugar a dudas que acentúa la percepción de los valores. En África del Norte se toma a cada uno por lo que vale. Cada uno debe afirmarse por lo que dice y hace, no por lo que ha hecho o por su renombre. Nadie pega un salto cuando se dice "Sartre"?
-Ahora usted es aclamado como el lógico sucesor de Sartre?
-Sartre no tiene sucesores, así como yo no tengo predecesores. Su intelectualismo es de un tipo extremadamente inusual y particular. Y hasta incomparable. Pero el mío no es de ese tipo. No siento ninguna compatibilidad con el existencialismo tal como lo definió Sartre. El hombre puede tener un control completo de sus propias acciones y su propia vida, pero hay fuerzas capaces de intervenir que no pueden ignorarse. Para serle franco, prefiero la sensibilidad intelectual de R. D. Laing. En su ámbito de competencia, Laing tiene algo que decir y lo vuelca en el papel con claridad, espíritu e imaginación. Habla en función de su experiencia personal, pero no hace profecías. ¿Por qué, entonces, habríamos de formular profecías, cuando éstas rara vez se cumplen? De la misma manera, admiro a Chomsky. Tampoco él profetiza: actúa. Participó activamente en la campaña norteamericana contra la Guerra de Vietnam, con sacrificio de su trabajo pero en el marco de su profesión de lingüista.
-Aparentemente, usted insiste mucho en la vida mental opuesta a la vida física.
-La vida mental abarca todo. ¿No dice Platón más o menos esto: "Jamás estoy tan activo como cuando no hago nada"? Hacía referencia, desde luego, a las actividades intelectuales, que en el plano físico casi no exigen, tal vez, otra cosa que rascarse la cabeza.
-¿Sus intereses siempre fueron filosóficos?
-Como mi padre, me incliné hacia la medicina. Pensaba especializarme en psiquiatría, por lo cual trabajé tres años en el hospital Sainte-Anne de París. Tenía veinticinco años, era muy entusiasta -idealista, por así decirlo- y contaba con una buena cabeza y un montón de grandes ideas. ¡Aun en ese momento! Fue entonces cuando conocí a alguien a quien llamaré Roger, un internado de veintidós años. Lo habían mandado al hospital porque sus padres y amigos temían que se hiciese mal y terminara por autodestruirse durante una de sus frecuentes crisis de angustia violenta. Nos hicimos buenos amigos. Lo veía varias veces al día durante mis guardias en el hospital, y empezó a caerme simpático. Cuando estaba lúcido y no tenía problemas, parecía muy inteligente y sensato, pero en algunos otros momentos, sobre todo los más violentos, era preciso encerrarlo. Lo trataban con medicamentos, pero ese tratamiento demostraba ser insuficiente. Un día me dijo que nunca lo dejarían irse del hospital. Ese horrible presentimiento provocaba un estado de terror y éste, a su vez, generaba angustia. La idea de que podía morir lo inquietaba mucho y llegó a pedir que le hicieran un certificado médico donde constara que nunca lo dejarían morir; como está claro, la solicitud se consideró ridícula. Su estado mental se deterioró y al final los médicos llegaron a la conclusión de que, si no se intervenía con rapidez de la forma que fuera, se mataría. Así, con el consentimiento de su familia, procedieron a hacer una lobotomía frontal a ese joven excepcional, inteligente, pero incontrolable? Por más que el tiempo pase, y haga yo lo que haga, no consigo olvidar su rostro atormentado. Muchas veces me pregunté si la muerte no era preferible a una no existencia, y si no se nos debería brindar la posibilidad de hacer lo que queramos con nuestra vida, sea cual fuere nuestro estado mental. En mi opinión, la conclusión evidente es que aun el peor dolor es preferible a una existencia vegetativa, porque la mente tiene realmente la capacidad de crear y embellecer, incluso a partir de la más desastrosa de las existencias. De las cenizas siempre surgirá un fénix?
-Lo veo optimista.
-En teoría, pero la teoría es la práctica de la vida. En el fondo de nosotros mismos sabemos que todos los hombres deben morir. La meta inevitable hacia la cual nos dirigimos desde el momento en que nacemos queda entonces demostrada. De todas formas, la opinión común parece ser diferente: todos los hombres se sienten inmortales. ¿Por qué, si no, seguirían los ricos abultando sus cuentas bancarias y haciéndose construir suntuosas viviendas? La inmortalidad parecería ser la preocupación del momento. Por ejemplo, algunos científicos están muy atareados en calcular, por medio de máquinas de alta tecnología, acontecimientos que deberían verificarse dentro de millares de años. En los Estados Unidos hay un interés creciente por la hibernación del cuerpo humano, al que en una época ulterior debería volver a llevarse a la temperatura normal. Cada año la preocupación por la inmortalidad aumenta, aunque una cantidad cada vez más grande de personas mueran de un infarto a causa del tabaco y la alimentación excesiva. Los faraones nunca encontraron la solución al problema de la inmortalidad, ni siquiera cuando se hicieron enterrar con sus riquezas, que esperaban llevar consigo. Dudo mucho de que seamos nosotros quienes resolvamos ese problema. Algunas palabras bien escogidas pueden ser más inmortales que una masa de ectoplasma congelado?
-¿Y estamos de nuevo hablando del poder?
-Alcanzar la inmortalidad es la máxima aspiración del poder. El hombre sabe que es destructible y corruptible. Se trata de taras que ni siquiera la mente más lógica podría racionalizar. Por eso el hombre se vuelve hacia otras formas de comportamiento que lo hacen sentirse omnipotente. A menudo son de naturaleza sexual.
-Usted ha hablado de ellas en el primer volumen de su Historia de la sexualidad .
-Algunos hombres y algunas sociedades consideran que mediante la imposición de controles a las manifestaciones sexuales y el acto sexual es posible imponer el orden en general. Se me ocurren varios ejemplos. Hace poco, en China se propusieron lanzar una campaña en las escuelas contra la masturbación de los jóvenes, una iniciativa que invita a trazar una comparación con la campaña que la Iglesia emprendió en Europa hace prácticamente dos siglos. Me atrevería a decir que hace falta un Kinsey chino para descubrir cuál fue el éxito obtenido. ¡Sospecho que esto es como prohibirle a un pato acercarse al agua! En Rusia, la homosexualidad es aún un gran tabú, y de ser sorprendido en flagrante delito de violación de la ley uno termina en la cárcel y en Siberia. De todas formas, en Rusia hay probablemente tanta homosexualidad como en otros países, pero sigue encerrada en el clóset. Objetivamente, es muy curioso que para desalentar la homosexualidad se encierre a los culpables en la cárcel, en estrecho contacto con otros hombres? Se dice que en la calle Gorki hay tanta prostitución de ambos sexos como en la place Pigalle. Como siempre, la represión no ha conseguido sino hacer más seductores los encuentros sexuales, y aún más excitante el peligro cuando se lo corre con éxito. La prostitución y la homosexualidad están explotando tanto en Rusia como en las otras sociedades represivas. Es poco común que sociedades como ésas, sedientas de poder como suelen serlo, tengan en esos ámbitos visiones intuitivas.
-¿Por qué elegir el sexo como chivo expiatorio?
-¿Y por qué no? El sexo existe y representa el noventa por ciento de las preocupaciones de la gente durante gran parte de las horas de vigilia. Es el impulso más fuerte que se conozca en el hombre; en diferentes aspectos, más fuerte que el hambre, la sed y el sueño. Disfruta incluso de cierta mística. Se duerme, se come y se bebe con otros, pero el acto sexual -al menos en la sociedad occidental- se considera como una cuestión del todo personal. Por supuesto, en ciertas culturas africanas y aborígenes se lo trata con la misma desenvoltura que a los demás instintos. La Iglesia heredó los tabúes de las sociedades paganas, los manipuló y elaboró doctrinas que no siempre se fundan en la lógica o la práctica. Adán, Eva y al mismo tiempo la serpiente perversa se convirtieron en imágenes en blanco y negro de comprensión inmediata, que podían constituir un punto de referencia aun para las mentes más simples. El bien y el mal tenían una representación esencial. La significación de "pecado original" pudo grabarse de manera indeleble en las mentes. ¿Quién habría podido prever que la imagen residual iba a sobrevivir durante tantos siglos? [...]
-¿A qué o a quién atribuye usted la erosión de la influencia ejercida por la Iglesia y la mayor comprensión hacia cualquier forma de práctica sexual?
-No podemos subestimar la influencia de un señor que se llama Freud. Sus teorías no siempre eran ciento por ciento correctas, pero en cada una de ellas había una parte de verdad. Freud trasladó la confesión de la rígida retórica barroca de la Iglesia al relajante diván del psicoanalista. La imagen de Dios ya no vino a resolver los conflictos: dejó su lugar al individuo mismo a través de la comprensión de sus actos. Esa resolución ya no era algo que podía obtenerse en cinco minutos de alguien que se declaraba superior porque estaba al servicio de una fuerza más elevada. Freud jamás tuvo esas pretensiones. El individuo debía ser su propio dios, por lo cual la responsabilidad de la culpa recaía por entero sobre sus hombros. ¡Y la responsabilidad siempre es lo más difícil de aceptar!
-¿No cree usted que el psicoanálisis se ha convertido en un instrumento expiatorio fácil para nuestro problema?
-Esa tendencia existe, pero más preocupante es quizás el hecho de que el psicoanálisis ya no sea un instrumento sino una fuente de motivación. Freud elaboró una teoría relativa a la precoz naturaleza sexual de los niños. Como es obvio, los psiquiatras no esperaban que los niños se prestaran a verdaderos actos sexuales; de todas maneras, no resultaba tan fácil explicar su manera de chupar el pecho o la búsqueda automática de tal o cual parte erógena de su propio cuerpo. Por desgracia, a continuación se llegaron a connotar en términos sexuales hasta la comida del niño, las historietas que leía o los programas de televisión que miraba. Sería fácil concluir que en todo eso los psicoanalistas leían más de lo que realmente había. Así, esos niños quedan hoy encuadrados por un mundo sexualmente orientado -creado por accidente para ellos y no por ellos-, un mundo que, en esta fase del desarrollo, les ofrece bien pocas ventajas.
-En su último libro, Herculine Barbin llamada Alexina B. , usted despliega el tema del cambio de sexo.
-Estaba haciendo algunas investigaciones para la Historia de la sexualidad en los archivos del departamento de Charente-Maritime cuando me cayó en las manos la extraordinaria relación del caso de una mujer cuyo estado civil debió rectificarse y a la que hubo que anotar como hombre. Los casos de cambio de sexo son corrientes en nuestra época, pero en general se trata de hombres que se convierten en mujeres. Vienen a la mente de inmediato ejemplos como el de Christine Jorgensen, que después fue actriz, o el de la célebre Jan Morris. Como sea, la mayoría de las mujeres transformadas en hombres tenían, al parecer, los órganos de los dos sexos y la transformación estaba determinada por la preponderancia de la hormona masculina o la hormona femenina. El caso de Alexina B. fue extraordinario no sólo debido al aspecto físico, sino también a la masa de documentos exhaustivos y de acceso inmediato: esencialmente, informes de médicos y abogados. En consecuencia, pude estudiarlo en sus grandes líneas. Alexina B. descubrió la incongruencia de su propia personalidad cuando se enamoró de otra mujer. Si se tiene en cuenta que esto sucedía en el siglo XIX y, más aún, en una pequeña ciudad de provincia, es interesante advertir que ella no procuró reprimir sus sentimientos como desviaciones homosexuales y dejar todo como estaba. De haber sido así, no habría nada que escribir sobre el tema?
-Al parecer, usted siente una fascinación intensa por la exposición cronológica y el análisis de un acontecimiento real. También ha publicadoYo, Pierre Rivière, habiendo degollado a mi madre, mi hermana y mi hermano?
-Medio siglo, pero pocos kilómetros, separan a Pierre Rivière de Herculine Barbin. En cierto sentido, ambos reaccionaban contra el medio y la clase social en los que habían nacido. No considero que el acto de Pierre Rivière -si bien engloba un matricidio y tres homicidios- sea la afirmación de una mente atormentada o criminal. Es una manifestación de increíble violencia si se la compara con la de Herculine, pero la sociedad campesina normanda en la cual creció Pierre aceptaba la violencia y la degradación humanas como un elemento de la vida cotidiana. Pierre era un producto de su propia sociedad, así como Herculine lo era de su sociedad burguesa y nosotros lo somos de nuestro medio sofisticado y mecanizado. Después de cometido su crimen, Pierre podría haber sido capturado con mucha facilidad por los demás habitantes de la aldea, pero éstos tenían la sensación de que no era un deber de la colectividad administrar justicia por su propia cuenta. Estaban convencidos de que era el padre de Pierre quien debía asumir el papel de vengador y rectificar la situación. Algunos críticos consideraron mi libro sobre Pierre Rivière como una reafirmación de la teoría existencial, pero en mi opinión eso es absurdo. Veo a Pierre como la imagen de la fatalidad de su tiempo, exactamente como Herculine reflejaba el optimismo de fines del siglo pasado, cuando el mundo era fluido y podía pasar cualquier cosa, cualquier locura.
-Pero Pierre Rivière podría convertirse fácilmente en una ilustración clínica extraída de la Historia de la locura en la época clásica ?
-La psiquiatría contemporánea sostendría que Pierre se vio obligado a cometer su horrible crimen. Pero ¿por qué debemos situarlo todo en el límite entre salud mental y locura? ¿Por qué no podríamos aceptar la idea de que hay personas totalmente amorales que caminan por la calle y son absolutamente capaces de cometer homicidios o infligir mutilaciones sin experimentar sentimiento de culpa o escrúpulo de conciencia algunos? ¿Hasta qué punto Charles Manson está loco, hasta qué punto los asesinos de niños que deambulan en libertad por Inglaterra están locos? O, en una escala mucho más grande, ¿cuál era el grado de locura de Hitler? La psiquiatría puede llegar a conclusiones basadas en tests, pero aun el mejor de estos puede falsificarse. Yo me limito a sostener que todo debe juzgarse desde su propia perspectiva y no en función de precedentes eventualmente verificados. En la Historia de la locura traté, en sustancia, de investigar la aparición del concepto moderno de enfermedad mental y de las instituciones psiquiátricas en general. Me incliné a incorporar mis reflexiones personales sobre la locura y sus relaciones con la literatura, sobre todo cuando afectaba a grandes figuras como Nietzsche, Rousseau y Artaud. ¿Puede una forma de locura originarse en la soledad impuesta por la profesión literaria? ¿Es posible que la composición química de un escritor estimule metabólicamente las raíces de la locura? Éstas no son, por cierto, preguntas que puedan encontrar respuesta mediante una simple presión sobre el teclado de una computadora IBM.
-¿Cuál es su posición con respecto a los diferentes movimientos de liberación sexual?
-El objetivo fundamental que se proponen es digno de admiración: producir hombres libres e ilustrados. Pero justamente el hecho de que se hayan organizado con arreglo a categorías sexuales -la liberación de la mujer, la liberación homosexual, la liberación de la mujer en el hogar- es en extremo perjudicial. ¿Cómo se puede liberar efectivamente a personas que están ligadas a un grupo que exige la subordinación a ideales y objetivos específicos? ¿Por qué el movimiento de liberación de la mujer sólo debe reunir a mujeres? Para serle franco, ¡no estoy seguro de que aceptaran la adhesión de los hombres! Muchas veces, las filiales locales de los movimientos homosexuales son en la práctica clubes privados. La verdadera liberación significa conocerse a sí mismo y con frecuencia no puede alcanzarse por intermedio de un grupo, sea cual fuere.
-Hasta ahora la acción de masas parece haber sido eficaz.
-De todas formas, el pensamiento individual puede mover montañas? y hasta doblar cucharas. Y es el conocimiento el que estimula el pensamiento. Por eso, en libros comoLas palabras y las cosas La arqueología del saber traté de estructurar de manera orgánica el saber en esquemas de comprensión y acceso inmediatos. La historia es saber y, por lo tanto, los hombres pueden conocer a través de ejemplos de qué manera, en el transcurso de épocas pasadas, se afrontó la vida y se resolvieron sus problemas. La vida misma es una forma de autocrítica, dado que, aun en las más mínimas elecciones, es preciso efectuar una selección en función de múltiples estímulos. En La arqueología del saber intenté analizar el sistema de pensamiento que me es personal y el modo en que llegué a él. Se trata, con todo, de una operación que no habría podido llevar a cabo sin la ayuda de una buena cantidad de escritores y filósofos que estudié a lo largo de los años.
-A pesar de sus vastos conocimientos, o quizás a causa de ellos, hay muchas cosas que lo contrarían.
-Miro mi país, miro los demás países y llego a la conclusión de que carecemos de imaginación sociológica y política, y ello en todos los aspectos. En el plano social sentimos amargamente la falta de medios para contener y mantener el interés no de intelectuales, sino del común de los mortales. El conjunto de la literatura comercial masiva es de una pobreza lamentable, y la televisión, lejos de alimentar, aniquila. En el plano político hay en la hora actual muy pocas personalidades que tengan gran carisma o imaginación. ¿Y cómo podemos pretender entonces que la gente haga un aporte valedero a la sociedad, si los instrumentos que se le proponen son ineficaces?
-¿Cuál sería la solución?
-Debemos empezar por reinventar el futuro, sumergiéndonos en un presente más creativo. Dejemos de lado Disneylandia y pensemos en Marcuse.
-No ha dicho nada de sí mismo, del lugar donde creció, el modo como se desenvolvió su infancia.
-Querido amigo, los filósofos no nacen? son, ¡y con eso basta!
Fuente:Jerry Bauer

Traduccion: Horacio Pons


sábado, 25 de junio de 2016

boRges y SU LETRA mAGICA

Ilustrador

Jaime Baily

dEtrasdelabIblioteca. Un blog Pequeño.

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ilustrador

jo in hyuk

Un talentoso y jovencisimo ilustrador y diseñador grafico surcoreano residente en Seul. Su obra se compone de detallistas retratos e ilustraciones de moda que juegan con nuestra memoria mientras aportan una vision contemporanea a la estetica oriental.


La conspiración Necesaria. Thomas Ligoti. El secreto Mejor Guardado de la literatura de TERROR contemporánea.




Thomas Ligotti (9 de julio de 1953DetroitMichigan) es un poeta y escritor estadounidense contemporáneo del género de terror. Sus obras narrativas cultivan diversos modos y estilos, más frecuentemente el terror lovecraftiano, y a veces se les ha asignado el calificativo de "horror filosófico". Es decir, se trata de narraciones filosóficas, pero en un tono "más oscuro" que las emparenta con la ficción gótica. Autor poco conocido por el gran público, el periódico Washington Post comentó de su obra: «Se trata del secreto mejor guardado de la literatura de terror contemporánea».1 Otro crítico declaró: «Es un escritor experto en verdad que puede sugerir un horror tan impactante que se agradece que se mantenga fuera de escena».2
Este autor es citado en la española Historia natural de los cuentos de miedo, que cita a su vez a S. T. Joshi (en su obra The Modern Weird Tale), como uno de los escritores fundamentales de la fantasía macabra en su país y defensor a ultranza del género cuentístico frente a la excesiva preponderancia de la novela















De Thomas Ligotti (Detroit, 1953) sabemos muy poco. Que su influencia mayor es H. P. Lovecraft. Que como hombre de bien rinde pleitesía a Poe, Machen, Robert Aickman, Nabokov, Bruno Schulz, Bernhard, Beckett o Cioran. Que tal vez se ha pasado la vida entrando y saliendo de instituciones psiquiátricas, lugares que antes llamábamos manicomios, y sabemos también o tenemos entendido que vivió los 70 acudiendo a conciertos de rock, bebiendo cerveza, fumando porros y comiendo ácidos hasta que colapsó en un ataque de pánico que le llevó a escribir los relatos recogidos en libros como Noctuario o La fábrica de pesadillas, ficciones de ascendencia simbolista, postulantes a la revelación, alucinadas en boca y próximas a la abstracción en sus enunciados.
Hay quien ha llegado a aventurar que Ligotti, uno de los autores más sugestivos de la literatura de terror contemporánea, podría no ser más que la invención de algún otro escritor macabro, cualquiera de los que, como él, saben que no hay ninguna lógica que respalde ese pensamiento estúpido en el que coincide la mayoría de los hombres: que la vida humana es una cosa buena


La experiencia interior

La conspiración contra la especie humana(Valdemar), que su autor define como “un artificio de horror”, es el primer libro teórico de Ligotti, un ensayo hacia la abyección que se abre citando al filósofo alemán Julius Bahnsen en su definición de hace dos siglos: a diferencia de la naturaleza, ajena a su condición de festival de matanzas, "el hombre es una Nada consciente de sí".
Ligotti, que detesta todo sistema filosófico de los que eluden los crudos hechos de nuestras vidas para barruntar en círculos (mientras lo impensable reside fuera de ellos), alude a la figura provocadora del noruego Peter Wessel Zapffe, pesimista elemental que localiza nuestra pérdida de la inocencia en el momento en que adquirimos un excedente abrumador de consciencia. Es en ese momento, cuando se da esa “excrecencia accidental”, que la vida humana se sobrepasa, se hace paradoja y pasamos a ser un absurdo en el paisaje.
Sea la consciencia lo que sea, ya que psicólogos cognitivos, filósofos de la mente y neurocientíficos todavía discrepan al respecto, podríamos hablar de un flujo alienígena que se dedica a mentirnos para que lo toleremos y que se las ingenia para hacernos creer que podemos escapar de nuestro ser “malignamente inútil”. Nos convence de que hay algo que hacer, algún sitio al que ir, algo que ser y alguien a quien conocer. La consciencia, “madre de todos los horrores”, nos hace creer que estar vivos no es un error, que algo tiene sentido.

Fiesta de los maniquíes

Ligotti habla de una “profiláctica del engaño” que nos impide ver lo que no queremos ver, y así, para evitar el lastre insoportable de la consciencia nos anclamos en patrias, dioses, familias y una serie de apócrifos derechos naturales, cuando “todos los derechos innatos que esgrimimos a diestro y siniestro son mentiras inventadas con un propósito”.
Todo esto no es nuevo, pero permanece: “La mayoría de la gente aprende a salvarse limitando artificialmente el contenido de su consciencia”, distraemos nuestras mentes con basura fútil o trascendental, para lo cual basta con mantener la mirada fija en el televisor o en esta misma pantalla, permanecer atentos a la política exterior de nuestro gobierno, a los proyectos científicos, nuestras carreras o el lugar inquebrantable que ocupamos en la sociedad y en el cosmos entre otra serie de invenciones. Si eso no es suficiente siempre podemos optar por la opción más singular de sublimar nuestros temores y tormentos, por ejemplo, escribiendo un libro contra la especie humana en el que exponer abiertamente los aspectos más desmoralizadores y desconcertantes de la vida.
En su recorrido, Ligotti visita de pasada a “virtuosos de la devaluación de la vida” como Schopenhauer o Lovecraft, que se aseguraron la marginalidad cuando se negaron a afirmar el valor y la maravilla de la humanidad y la validez de sus valores; cuestiona a promotores de la supervivencia humana como Nietzsche, prestidigitador mental y “adepto del sí” que con su misticismo materialista encandiló a los ateos amoralistas, y presta especial atención a las lúcidas fábulas que el cine y la literatura fantásticos han vertido sobre la agonía del ser, entre las que destacan retratos de “gente corriente” convertida en ultracuerpos, aquellos avatares donde las personas perdían todas sus cualidades humanas excepto, curiosamente, una: “la del contento”. El ser feliz.


Citando al alemán Thomas Metzinger, Ligotti anota que “un ser humano no es una “persona” sino un “automodelo fenoménico” de funcionamiento maquinal que simula ser una persona. La razón por la que no podemos detectar estos modelos es que vemos a través de ellos, por lo que no podemos ver los procesos de los propios modelos. Si pudiéramos, sabríamos que no somos más que estos propios modelos. Esto podría llamarse “la paradoja de Metzinger”: no puedes saber lo que eres en realidad porque entonces sabrías que no hay nada que saber y nada para saberlo”.

La gran ilusión

Anhelar algo en este mundo –una buena salud física o mental, una larga vida, la felicidad o incluso la eliminación del anhelo- es el origen de todo sufrimiento.
El éxito de la jerga de la psicología positiva, esa charlatanería demente que vende millones de libros de autoayuda cada temporada desde hace ya demasiado tiempo, viene a certificar el descontento generalizado y la frustración de todos los hombres, que se aferran a postulados que validen sus pensamientos y emociones y les hagan olvidar que ninguna vida tiene sentido, que la felicidad no se alcanza y que ni siquiera existe más que como exaltación pasajera, caprichosa y boba.
El pesimista, “compuesto de la misma escoria que todos los mortales, se aferra a cualquier cosa que parezca validar sus pensamientos y emociones”, mientras el optimista, rendido a su política sin ideario en pro de la supervivencia y la reproducción, le increpa: “Vamos camino del futuro, y ni los filosóficamente desalentadores ni los emocionalmente deficientes van a impedir nuestro avance. (...) De modo que empieza a pensar que te sientes suficientemente bien durante el tiempo suficiente, deja de quejarte y vuelve a la formación”.
Todo paparruchas, sostiene Ligotti: “Que vamos a ninguna parte no es una afección curable; que debemos ir a ninguna parte a la máxima velocidad posible podría acaso ser curable, aunque probablemente no”.
Entre los bálsamos para ir tirando sin caer en el abismo de la lucidez y el conocimiento perfecto (donde sólo hay una nada perfecta y por tanto perfectamente dolorosa), el escritor valora las doctrinas religiosas de primera clase que, al contrario que las verdades cósmicas desalentadoras, nunca sean nunca serán pasto de la difamación “porque la gente corriente las percibe como edificantes”.
A continuación procede a descartar lo mismo a Buda que a Jesucristo, a quien define como “salvador pinchado en un palo”, pone en evidencia las teorías transhumanistas que aspiran a nuestra mutación en poshumanos y apunta lo extremadamente infrecuente de ese “diamante de entendimiento” que es la iluminación mediante la espiritualidad radical transformativa, una elevación ideal que nos permitiría dejar de participar en el comercio de los yoes, perder la personalidad y manejarnos como egomuertos, condición en la seguiríamos experimentando el dolor si bien ya no lo tomaríamos como algo personal.

Nada es lo mismo que el antinatalismo

“Con las restricciones que imponen la realidad convencional y la capacidad personal, podemos elegir hacer cualquier cosa que queramos en este mundo... con una excepción: no podemos elegir lo que será ninguna de nuestras elecciones. Para hacer eso tendríamos que ser capaces de convertirnos en individuos hechos a sí mismos que pueden elegir lo que eligen, en lugar de ser individuos que simplemente eligen.”
Ligotti tiene la certeza de que la humanidad es y será siempre incapaz de hacerse cargo de su propia liberación. Recuerda que “el sufrimiento humano seguirá sin tener solución mientras existan seres humanos” y advierte que, si no se ataja, “este proceso durará todo el tiempo que siga palpitando una sola célula en este pozo negro del sistema solar, esta cloaca de la galaxia”.
La puerta de salida del suicido no es una medida tan sencilla, pues “toda negación viene adulterada o formulada a hurtadillas por un espíritu positivo. No se puede proferir un “no” inequívoco ni obrar en consecuencia con él”. La interrupción voluntaria de la vida sería demasiado fácil, demasiado inútil y demasiado desagradable si tenemos en cuenta que los científicos llevan toda la vida “jodiéndonos con sus esfuerzos por alargar nuestros días de dolor y no han hecho casi nada en el otro frente”.
El escritor no aboga por matarse, como así le impele una mayoría que se resiste el atractivo del pesimismo sin compromiso; se limita a concluir, en su observación, experiencia y estudio, que la cantidad de sufrimiento en este mundo es suficiente para que cualquiera estuviera mejor si no hubiera nacido. Y propone una única vía sensata y urgente para liberar a nuestra especie del imperativo paradójico del ser: la desaparición autoprogramada.
Si queremos corregir definitivamente el error evolutivo que encarnamos debemos dejar de reproducirnos. Basta de procrear. La secta gnóstica de los cátaros, convencida de que el mundo era un lugar maligno sin remisión, ya lo proponía en la Francia del siglo XII: abstinencia o sodomía. ¡Por fin un libro de autoayuda útil!

Fuente: ruben Lardin





jueves, 23 de junio de 2016

uN lIBRO SOBRE EL mONSTRUO fRANCES : eL ADVERSARIO DE eMANNUEL cARRERE.

Emmanuel Carrère (París, 1957), después de cuatro celebradas novelas de no ficción, se ha impuesto internacionalmente como un extraordinario escritor. Así, El adversario: «El autor ha sabido transmitir con una fluidez literaria que jamás cae en falsas retóricas esa inquietud abismal sobre la nada» (Elena Hevia, El Periódico); «Ese retrato del monstruo, del diablo, logra atraparnos» (Josep M. Sòria, La Vanguardia); «Novela apasionante y reflexión de escalofrío» (David Trueba).Una novela rusa: «Un relato original, multidireccional y perturbador» (Sergi Pàmies); «Un libro sincero –ahora que es tan difícil encontrarlos–, atrevido, valiente, brutal, el striptease de un escritor» (Juan Manuel Villalobos,Letras Libres). De vidas ajenas (el mejor libro del año según la prensa cultural francesa): «Si van a leer un solo libro este año, que sea éste» (Juan Forn,Página/12, Argentina); «La novela me ha impresionado mucho. Una experiencia literaria brutal. Me apasiona» (Pedro Almodóvar); «Una obra desgarradora y grandiosa» (Sònia Hernández, La Vanguardia); «Una narración sobre la dignidad humana» (Jesús Ferrero). Limónov (galardonado con el Prix des Prix como la mejor novela francesa, el Premio Renaudot y el Premio de la Lengua Francesa): «El libro, que se parece mucho a una novela de aventuras, es también una biografía y un gran reportaje histórico» (Miguel Mora, El País); «Carrère vuelve a deslumbrar» (Sònia Hernández, La Vanguardia); «Se lee a un ritmo vertiginoso» (Rafael Narbona,El Mundo); «Escritor tan insólito como poderoso. Extraordinario libro» (Carlos Boyero). Ahora hemos recuperado dos novelas de ficción: El bigote y Una semana en la nieve (Premio Femina).





El adversario


Un relato escalofriante, una historia real que nos sume en el estupor, que es un viaje al corazón del horror, un libro excepcional que ha sido comparado con A sangre fría de Truman Capote.
El 9 de enero de 1993, Jean-Claude Romand mató a su mujer, sus hijos, sus padres e intentó, sin éxito, darse muerte. La investigación reveló que no era médico, tal como pretendía y, cosa aún más difícil de creer, tampoco era otra cosa. Mentía desde los dieciocho años. A punto de verse descubierto, prefirió suprimir a aquellos cuya mirada no hubiera podido soportar. Fue condenado a cadena perpetua.
Yo entré en relación con él, asistí a su proceso, dice el autor. He intentado relatar con precisión, día tras día, esta vida de soledad, de impostura y de ausencia. Imaginar lo que bullía en su mente a lo largo de las horas vacías, sin proyecto ni testigos, cuando se suponía que estaba trabajando y en realidad pasaba el tiempo en parkings de autopistas o en los bosques del Jura. Comprender, en fin, lo que en una experiencia humana tan extrema me ha tocado tan de cerca y que nos afecta, creo, a cada uno de nosotros.
«Excelente» (Soledad Puértolas).
«Novela apasionante y reflexión de escalofrío» (David Trueba).
«Basada en un caso real, el de los crímenes cometidos por el falso médico Jean-Claude Romand,El adversario es un texto poderosísimo que sume al lector en el espanto» (Juana Salabert, La Razón).
«Un libro contenido, bien graduado y fascinante por tanta materia oscura que aborda» (Antón Castro,ABC).

«Ese retrato del monstruo, del diablo, logra atraparnos» (Josep M. Sòria, La Vanguardia).



Fuente : ANAGRAMA

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eN EL MAR ESTAMOS CON jANE.

Jane Eyre ( es una novela escrita por Charlotte Brontë, publicada en 1847 por Smith, Elder & Company, que —en el momento de su aparición— consiguió gran popularidad, encumbrando a la autora como una de las mejores novelistas románticas, y es hoy considerada un clásico de la literatura en lengua inglesa.
La novela se tituló en principio Jane Eyre: una autobiografía y se publicó bajo el seudónimo de Currer Bell. Tuvo un éxito inmediato, tanto para los lectores como para la crítica. Uno de sus más acérrimos defensores fue el escritorWilliam Makepeace Thackeray, al cual muchos atribuyeron la obra, pues la autora permaneció en el anonimato hasta un tiempo después de su publicación. Como agradecimiento, Charlotte le dedicó la segunda edición de su novela.
Puede llegar a ser una autobiografía, ya que la autora tenía un amor secreto con un profesor belga llamado Constantin Heger.
La novela es considerada una de las primeras novelas feministas.

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Pawel Kuczynski




Es un ilustrador de 36 años nacido en Szczecin, Polonia. Se graduó de la Academia de Bellas Artes de Poznan, con una especialización en gráfica. Ha ganado 92 premios nacionales e internacionales en caricatura e ilustración. La obra de este artista polaco cuestiona la sociedad, los gobiernos, los medios de comunicación, la economía, entre otros, y todo sin una palabra. Sus ilustraciones son realmente reveladoras. Por medio de lápiz, acuarela y pintura Kuczynski afirma que trata de convertir en dibujos sus observaciones sobre la condición humana.
Con un trazo sencillo, contundente y universal, cargado de crítica social e ironía, que desde luego no te dejará indiferente. En sus ilustraciones, el artista critica el mundo político, social, económico y medioambiental que nos rodea. Sus dibujos, con un toque de imaginación, reflejan la vida desde un punto de vista satírico, incluso llegando a situaciones de absurdo a través de un estilo de dibujo muy particular y característico. Su objetivo es claro: utilizar la ilustración para dibujar correctas reflexiones acerca de ese mundo incorrecto en el que vivimos.


Me considero un observador de todo lo que pasa a mi alrededor»
«Creo que los artistas pueden cambiarlo todo»
«Para mí, la ilustración es un idioma y para nosotros, los ilustradores, ésta es una etapa muy buena»
«No soy muy partidario de las pantallas, prefiero el papel, las acuarelas, los lápices de colores, me gusta el olor a pintura…»
«Aunque no lo descarto, soy bastante escéptico al cambio de las herramientas tradicionales»
«Encontrar una buena idea es la clave; hay semanas que llega la inspiración y otras que no. esas competiciones vienen bien para curtirse»
«Yo trato de convertir en dibujos mis observaciones sobre la condición humana»
«El arte moderno no interesa a la gente normal»