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jueves, 7 de julio de 2016

La Poeta exisTencialista. Blanca Varela.


Blanca Leonor Varela Gonzales (LimaPerú10 de agosto de 1926 - † 12 de marzo de 2009), fue una poetaperuana, considerada como una de las voces poéticas más importantes del género en América Latina.




Se inició en poesía en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en la capital peruana, donde ingresó en 1943, para estudiar Letras y Educación. En esta universidad conoce a Sebastián Salazar BondyJavier SologurenJorge Eduardo Eielson, y a quien sería su futuro esposo, el pintor Fernando de Szyszlo, con quien tuvo dos hijos.
A partir de 1947, empezó a colaborar en la revista "Las Moradas" que dirigía Westphalen; En 1949 llegó a París, donde entrara en contacto con la vida artística y literaria del momento, guiada por Octavio Paz, una figura determinante en su carrera literaria, que la vinculó con el círculo de intelectuales latinoamericanos y españoles radicados en Francia.
De esta etapa data su amistad con Jean Paul SartreSimone de BeauvoirHenri MichauxAlberto GiacomettiLéger,Tamayo y Carlos Martínez Rivas, entre otros.
Después de su larga temporada en París, Varela vivió en Florencia y luego en Washington, ciudades donde se dedicó a hacer traducciones y eventuales trabajos periodísticos.
En 1962, regresa a Lima para establecerse definitivamente y cuando viaja suele hacerlo principalmente a los Estados Unidos, España y Francia.
El hecho que algunas de sus obras hayan sido traducidas al alemán, francés, inglés, italiano, portugués y ruso implica un reconocimiento a su obra fuera de las fronteras de su país natal. A diferencia de otros escritores, Blanca Varela no acostumbraba a dar entrevistas y sus apariciones en público son más bien escasas y discretas.
Ha sido condecorada con la Medalla de Honor por el Instituto Nacional de Cultura del Perú.
Murió el 12 de marzo de 2009 en Lima, a la edad de 82 años.



Nadie sabe de mis cosas

( dedicatoria)
1
a ti capaz de desaparecer
de ser atormentado por el fuego
luminoso opaco ruin divino
a ti
fantasma de cada hora
mil veces muerto recién nacido siempre
a ti capaz de hacer girar la llave
de inventar el sol en un cuarto vacío
a ti ahogado en un océano de semejanza
náufrago de cada mañana
esclavo propietario de zapatos periódicos
algunos libros
tal vez padre o hijo
guardián de resecos jardines de aves de paso
a ti
observador de la tarde
infatigable lector del reloj del sueño
de la fatiga del tedio de la esposa
a nadie sino a ti
2
(cualquier hora del día)
en una hoguera extinguida
esa mujer sacrificada
cerraba los ojos y nos negaba la dicha de su agonía
3
y un perro una gota de lluvia una familia de paseo
como en un cuadro entraban para siempre en la memoria
una vuelta de tuerca y otra y otra un peldaño que cruje
siempre a la misma altura de la oscuridad
la dicha puede ser este brebaje oscuro el neón de las cinco
de la tarde la más esplendorosa verdad
así casi ciegos encontrando generosa como nadie la miseria
cruzando el muro invisibles
manos tan pálidas no han existido jamás en otras manos
ni tanto calor en tanto frío ni ojos tan llenos de otros
ojos contemplaron la tarde
y frente al mar negra ruina y portentosos círculos de
bruma
rodeándonos
y el rojo lengua río perro mosca y la tarde la reina de
desnudos
malvados brazos en su balcón de ceniza
4
(noche y descontento)
pitada cruel canción de ciego
la noche comienza a respirar
todo se aleja
todo se pierde
cárcel cine amarilla luna de farmacia
a las ocho a las nueve a las diez
convertido en un fantasma cruel besas a mil mujeres
acaricias sus senos para los otros
me das asco
y es esta náusea lo mejor de mi vida
5
(conversaciones insidiosas)
alguien dice tu nombre
-es un libro interesante y habla de un héroe
anónimo por cierto
hay una estrella azul al fondo de mi vaso
inagotable estrella
debe brillar en tus ojos cada vez que la miro
cómo debes reír para los otros
tú cordero disfrazado de cordero
tú lobo a solas
tú atrozmente niño
-los bellos pensamientos señores
no ocultan el perfume de la carne
hemos de transpirar en los museos como bestias
sumisas bestias en su rincón de terciopelo
-Picasso por ejemplo…
6
(me dicen la verdad)
dime
¿durará este asombro?
¿esta letra carnal
loco círculo de dolor atado al labio
esta diaria catástrofe
esta maloliente dorada callejuela sin comienzo ni fin
este mercado donde la muerte enjoya las esquinas
con plata corrompida y estériles estrellas?
7
hila su imposible claridad nuevamente la envenenada
sonrisa solar
¿sientes el divino salivazo sobre la bestia sientes el
hedor de la rosa sientes mi corazón sobre el tuyo?
más tarde será tarde cuando la soledad invente lo mejor
nuevamente tus labios tus ojos las ruinas de tus caricias
el mar de mi pecho
la soledad «estrella de mis noches»
nadie sabe de mis cosas
8
(pobres matemáticas)
cuando nada quede de ti y de mí
habrá agua y sol
y un día que abra las puertas más secretas
más oscuras más tristes
y ventanas vivas como grandes ojos
despiertos sobre la dicha
y no habrá sido en vano que tú y yo
sólo hayamos pensado lo que otros hacen
porque alguien tiene que pensar la vida





¿Su madre, Serafina Quinteras, ejerció mucha influencia en usted? ¿Quizá en sus primeras lecturas?
—Mi madre, que tiene 92 años, es como se sabe compositora de valses. Pero también ha publicado libros. Ha escrito s

Vals del Ángelus

Ve lo que has hecho de mí, la santa más pobre del museo, la de la última sala, junto a las letrinas, la de la herida negra como un ojo bajo el seno izquierdo.
Ve lo que has hecho de mí, la madre que devora sus crías, la que se traga sus lágrimas y engorda, la que debe abortar en cada luna, la que sangra todos los días del año.
Así te he visto, vertiendo plomo derretido en las orejas inocentes, castrando bueyes, arrastrando tu azucena, tu inmaculado miembro, en la sangre de los mataderos. Disfrazado de mago o proxeneta en la plaza de la Bastilla —Jules te llamabas ese día y tus besos hedían a fósforo y cebolla. De general en Bolivia, de tanquista en Vietnam, de eunuco en la puerta de los burdeles de la plaza México.
Formidable pelele frente al tablero de control; grand chef de la desgracia revolviendo catástrofes en la inmensa marmita celeste.
Ve lo que has hecho de mí.
Aquí estoy por tu mano en esta ineludible cámara de tortura, guiándome con sangre y con gemidos, ciega por obra y gracia de tu divina baba.
Mira mi piel de santa envejecida al paso de tu aliento, mira el tambor estéril de mi vientre que sólo conoce el ritmo de la angustia, el golpe sordo de tu vientre que hace silbar al prisionero, al feto, a la mentira.
Escucha las trompetas de tu reino. Noé naufraga cada mañana, todo mar es terrible, todo sol es de hielo, todo cielo es de piedra.
¿Qué más quieres de mí?
Quieres que ciega, irremediablemente a oscuras deje de ser el alacrán en su nido, la tortuga desollada, el árbol bajo el hacha, la serpiente sin piel, el que vende a su madre con el primer vagido, el que sólo es espalda y jamás frente el que siempre tropieza, el que nace de rodillas, el viperino, el potroso, el que enterró sus piernas y está vivo, el dueño de la otra mejilla, el que no sabe amar como a si mismo porque siempre está solo. Ve lo que has hecho de mí. Predestinado estiércol, cieno de ojos vaciados.
Tu imagen en el espejo de la feria me habla de una terrible semejanza.obre el costumbrismo y también ha hecho una antología de costumbristas. Y ha escrito también algunos versos festivos. Uno ¿Su madre, Serafina Quinteras, ejerció mucha influencia en usted? ¿Quizá en sus primeras lecturas?
—Mi madre, que tiene 92 años, es como se sabe compositora de valses. Pero también ha publicado libros. Ha escrito sobre el costumbrismo y también ha hecho una antología de costumbristas. Y ha escrito también algunos versos festivos. Uno de sus temas es «Muñeca rota», que es un vals bastante conocido.
Ella no me inculcaba leer, porque en mi familia había una gran libertad para elegir lo que uno quería. Pero había libros a la mano. En mi familia, por otra parte, hay muchos que han escrito. Mi madre y mi abuela escribían valses, una bisabuela era hermana del escritor costumbrista José Arnaldo Márquez. Por parte de padre tengo un tío que también escribía: Luis Varela Orbegoso, que firmaba como Clovis.
Creo, por otro lado, que en su obra se encuentra una constante búsqueda de la verdad.
—Pienso que soy una persona crítica, aunque no pesimista. Trato de decirme la verdad, de buscar una verdad que pienso que es relaStrip-tease
Quítate el sombrero
si lo tienes
quítate el pelo
que te abandona
quítate la piel
las tripas los ojos
y ponte un alma
si la encuentras 
tiva, porque lo que es verdad para mí no puede serlo para otros. También hay una especie de preocupación por la justicia. Digamos que la vida cotidiana, la vida social tiene máscaras. Me da la impresión de que pretendo saber qué hay detrás de estas máscaras.
Se percibe, además, una clara tendencia a la reflexión en sus dos nuevos libros. Porque antes era más descriptiva.
—Mi primera poesía es una poesía joven, llena de elementos, muy superficial, muy artificiosa, estoy buscando por todos lados. Hay una especie de delirium interpretativo. Todo servía para hacer poesía: el teléfono, el árbol, el rostro de una persona. Creía, en ese momento, que interpretar mucho, que hacer muchas metáforas era poesía. En realidad después me he dado cuenta de que ya no me agrada ese tipo de poesía. Puedo hacerla, pero no me interesa, porque no me siento expresada de esa manera. Prefiero la desvergüenza y la desnudez que ahora cultivo.
¿De repente por cierto apetito metafísico?
—Sin duda, creo que sí. Además hay una cierta tendencia mística. Pienso que son reflexiones que se hace uno cuando ha cruzado cierta edad. Creo que, como alguna vez dije, no pienso ser una vieja niña.
La soledad es otra presencia reiterada en su poesía. En los versos del poema «Destiempo» dice: «Estréchame las manos, / la única luz que nos queda, / no me dejes olvidada / en la cima de la ola». ¿Usted se ha encontrado frecuentemente sola?
—Sí, muy sola.
¿Tal vez ha tenido muchas frustraciones?
—Sí, creo que sí. Pienso que todos tenemos frustraciones, sobre todo cuando uno tiene modelos de vida superiores. Hay, efectivamente, una incomunicación. Tal vez lo que no he podido decirle a alguien, en algún momento de mi vida, lo puedo decir en poesía.
Usted también refleja su condición maternal, como en el poema «Casa de cuervos». Pero ¿por qué de una manera trágica?
—Simplemente digo algo que es verdad: no se puede retener a un hijo ni hacerlo correctamente a la manera de uno. Creo, por otra parte, que los padres utilizan a sus hijos y los hijos a sus padres de alguna manera. Estas son relaciones muy complejas, como ocurre entre marido y mujer: siempre hay una utilización mutua.
Considero, por eso, que lo más importante, el mayor regalo que se le puede hacer a alguien que uno ama es darle la capacidad de elegir lo que quiera, darle libertad. Creo que ese es el sentido del poema. Ahora, desde el punto de vista emocional y biológico, a una madre la comparo con una casa vacía, a donde el hijo no volverá. La maternidad a mí me transformó mucho, porque hasta antes de tener hijos era una persona muy poco comprometida con la vida.
Usted ha dicho que ha tenido muchas frustraciones pero, en el aspecto literario, ¿cuál piensa que ha sido la mayor?, ¿no haber escrito una novela, de pronto un libro?
—No, absolutamente. Me hace mucha gracia lo que se pueda decir al respecto, porque nunca he tenido ambiciones literarias, nunca me he sentido una escritora profesional, una poeta o una poetisa. Para mí el escribir es un ejercicio muy útil para liberarme de lo que me molesta mucho: de ciertos problemas o pensamientos cotidianos.
Escribir es también una manera de reflexionar, de hablar conmigo misma, de conocerme, de conocer. A veces he escrito textos que me han asustado. El poema «Canto villano», por ejemplo, lo tuve guardado cinco años en un cajón porque me atemorizaba saber que había dicho esas barbaridades. Sin embargo es un poema que ya asumí, incluso fue el nombre que le puse a un poemario en 1978 y un volumen que recogió toda mi obra en 1986.
También la presencia de Dios es constante en sus libros, cito unos versos de El libro de barro: «La mano de Dios es más grande que él mismo. / Su tacto enorme tañe los astros hasta el gemido».
—Creo que tengo una relación con lo que podría ser Dios muy conflictiva, ya que no soy una persona creyente. Desde niña fui demasiado crítica y observadora para creer de manera definitiva. Pero tuve una época de misticismo como todos los niños. A los diez años uno piensa que no es posible haber nacido para morir luego; por lo pronto se considera un ser especial. De repente, la vida nos va enseñando y diciendo, probando y comprobando, que vamos a envejecer, tener dolores, algunos placeres y que vamos a morir.
Como no tengo esa facilidad para creer, porque justamente soy muy inquisitiva en cuanto a la autenticidad y a la realidad de las cosas... Pero claro que tengo apetito de trascendencia. No del tipo de vida ultraterrenal luego de la muerte, no creo en el Cielo. Pero sí quisiera que nuestro tránsito por aquí no fuese tan inútil, que sirviese para algo, que ayudase a alguien. Esa es la preocupación que tengo y que no se satisface con la religión. Por eso es que un tema constante en mi poesía es esa especie de destino, de azar que nos hace estar aquí.de sus temas es «Muñeca rota», que es un vals bastante conocido.
Ella no me inculcaba leer, porque en mi familia había una gran libertad para elegir lo que uno quería. Pero había libros a la mano. En mi familia, por otra parte, hay muchos que han escrito. Mi madre y mi abuela escribían valses, una bisabuela era hermana del escritor costumbrista José Arnaldo Márquez. Por parte de padre tengo un tío que también escribía: Luis Varela Orbegoso, que firmaba como Clovis.
Creo, por otro lado, que en su obra se encuentra una constante búsqueda de la verdad.
—Pienso que soy una persona crítica, aunque no pesimista. Trato de decirme la verdad, de buscar una verdad que pienso que es relativa, porque lo que es verdad para mí no puede serlo para otros. También hay una especie de preocupación por la justicia. Digamos que la vida cotidiana, la vida social tiene máscaras. Me da la impresión de que pretendo saber qué hay detrás de estas máscaras.
Se percibe, además, una clara tendencia a la reflexión en sus dos nuevos libros. Porque antes era más descriptiva.
—Mi primera poesía es una poesía joven, llena de elementos, muy superficial, muy artificiosa, estoy buscando por todos lados. Hay una especie de delirium interpretativo. Todo servía para hacer poesía: el teléfono, el árbol, el rostro de una persona. Creía, en ese momento, que interpretar mucho, que hacer muchas metáforas era poesía. En realidad después me he dado cuenta de que ya no me agrada ese tipo de poesía. Puedo hacerla, pero no me interesa, porque no me siento expresada de esa manera. Prefiero la desvergüenza y la desnudez que ahora cultivo.
¿De repente por cierto apetito metafísico?
—Sin duda, creo que sí. Además hay una cierta tendencia mística. Pienso que son reflexiones que se hace uno cuando ha cruzado cierta edad. Creo que, como alguna vez dije, no pienso ser una vieja niña.
La soledad es otra presencia reiterada en su poesía. En los versos del poema «Destiempo» dice: «Estréchame las manos, / la única luz que nos queda, / no me dejes olvidada / en la cima de la ola». ¿Usted se ha encontrado frecuentemente sola?
—Sí, muy sola.
¿Tal vez ha tenido muchas frustraciones?
—Sí, creo que sí. Pienso que todos tenemos frustraciones, sobre todo cuando uno tiene modelos de vida superiores. Hay, efectivamente, una incomunicación. Tal vez lo que no he podido decirle a alguien, en algún momento de mi vida, lo puedo decir en poesía.
Usted también refleja su condición maternal, como en el poema «Casa de cuervos». Pero ¿por qué de una manera trágica?
—Simplemente digo algo que es verdad: no se puede retener a un hijo ni hacerlo correctamente a la manera de uno. Creo, por otra parte, que los padres utilizan a sus hijos y los hijos a sus padres de alguna manera. Estas son relaciones muy complejas, como ocurre entre marido y mujer: siempre hay una utilización mutua.
Considero, por eso, que lo más importante, el mayor regalo que se le puede hacer a alguien que uno ama es darle la capacidad de elegir lo que quiera, darle libertad. Creo que ese es el sentido del poema. Ahora, desde el punto de vista emocional y biológico, a una madre la comparo con una casa vacía, a donde el hijo no volverá. La maternidad a mí me transformó mucho, porque hasta antes de tener hijos era una persona muy poco comprometida con la vida.
Usted ha dicho que ha tenido muchas frustraciones pero, en el aspecto literario, ¿cuál piensa que ha sido la mayor?, ¿no haber escrito una novela, de pronto un libro?
—No, absolutamente. Me hace mucha gracia lo que se pueda decir al respecto, porque nunca he tenido ambiciones literarias, nunca me he sentido una escritora profesional, una poeta o una poetisa. Para mí el escribir es un ejercicio muy útil para liberarme de lo que me molesta mucho: de ciertos problemas o pensamientos cotidianos.
Escribir es también una manera de reflexionar, de hablar conmigo misma, de conocerme, de conocer. A veces he escrito textos que me han asustado. El poema «Canto villano», por ejemplo, lo tuve guardado cinco años en un cajón porque me atemorizaba saber que había dicho esas barbaridades. Sin embargo es un poema que ya asumí, incluso fue el nombre que le puse a un poemario en 1978 y un volumen que recogió toda mi obra en 1986.
También la presencia de Dios es constante en sus libros, cito unos versos de El libro de barro: «La mano de Dios es más grande que él mismo. / Su tacto enorme tañe los astros hasta el gemido».
—Creo que tengo una relación con lo que podría ser Dios muy conflictiva, ya que no soy una persona creyente. Desde niña fui demasiado crítica y observadora para creer de manera definitiva. Pero tuve una época de misticismo como todos los niños. A los diez años uno piensa que no es posible haber nacido para morir luego; por lo pronto se considera un ser especial. De repente, la vida nos va enseñando y diciendo, probando y comprobando, que vamos a envejecer, tener dolores, algunos placeres y que vamos a morir.
Como no tengo esa facilidad para creer, porque justamente soy muy inquisitiva en cuanto a la autenticidad y a la realidad de las cosas... Pero claro que tengo apetito de trascendencia. No del tipo de vida ultraterrenal luego de la muerte, no creo en el Cielo. Pero sí quisiera que nuestro tránsito por aquí no fuese tan inútil, que sirviese para algo, que ayudase a alguien. Esa es la preocupación que tengo y que no se satisface con la religión. Por eso es que un tema constante en mi poesía es esa especie de destino, de azar que nos hace estar aquí.





Aquella torturada nube parecía tan firme...

V
Aquella torturada nube parecía tan firme,
ambulando,
desgarrando,
chocando con masas de ángeles.

Cóncava,
valva de nieve y soledad,
de trajín y música constante,
de arena, de resplandor
y fuga,
desierto etiope
en un tutti de gemidos
y sorpresa.

Tan exacta
sobre el laberinto de la pupila,
color perdido
de vieja misiva,
terrible silencio
de quien ha sacudido el aire
y conoce el vado de los sollozos.
Continuaba,
migradora,
llave del torbellino
como una gota pura
preñada de su propia existencia.

 

martes, 5 de julio de 2016

lunes, 4 de julio de 2016

Frases para las Noches de InviernO.






Fernando Fernández-Savater Martín (San Sebastián21 de junio de 1947) es un filósofo e intelectual español. Novelista y autor dramático, destaca en el campo del ensayo y el artículo periodístico


Fernando Savater nació el 21 de junio de 1947. Fue profesor de Filosofía en diversas universidades, y más tarde de Ética en la Universidad del País Vasco, convirtiéndose en un referente imprescindible para toda una generación de España por su amplia labor de divulgación y de crítica cultural. Sus comentarios críticos, sus gustos y sus claves de lectura son determinantes para la configuración del gusto estético y de los hábitos de lectura de su multitud de seguidores.
En su obra se ha dado, además, el raro fenómeno de que libros cuyo tema central es la ética se hayan convertido casi en best-sellers, como ha sucedido con su Ética para Amador (1991) o El contenido de la felicidad (1996). Savater considera a la filosofía como una actividad de crítica permanente, de expresión inalienable de la subjetividad e incluso como provocación; tal ideal halla su justa dimensión en la elaboración de un estilo audaz y expresivo que, a menudo, utiliza el matiz, la ironía y la paradoja como estructuras de razonamiento. Por otra parte, su estilo ha buscado una solución más explícitamente literaria a través de un proceso gradual de acercamiento a la narrativa en el que se pueden detectar varias etapas.
En 1976 publicó el ensayo La infancia recuperada, en cuyas páginas se defienden la necesidad de la ficción novelada y la pasión de contar por contraposición a la sofisticación de la narrativa comprometida en la experimentación lingüística y estructural. Savater retoma y propone con entusiasmo la narración fantástica, la historia de los contenidos éticos y heroicos a través del análisis de autores y personajes como Julio Verne,Sherlock Holmes, William Brown, Jack London o H. P. Lovecraft.

La poeTa pARECIdA A LA REINA isabel l . Edith Sitwell, una mujer bajo la Superficie blanda.

Dame Edith Louisa SitwellDBE (Scarborough7 de septiembre de 1887 – 9 de diciembre de 1964) fue una poeta y crítica británica.


Sitwell publicó su primer poema The Drowned Suns («Los soles ahogados») en el Daily Mirror en 1913 y, entre 1916 y 1921, editó Wheels («Ruedas»), una antología poética anual compilada con sus hermanos—una colaboración literaria generalmente llamada «the Sitwells» (Los Sitwell).
En 1929 publicó Gold Coast Customs («Costumbres de la Costa de Oro»), un poema sobre la artificialidad del comportamiento humano y el barbarismo que yace bajo la superficie. El poema fue escrito al ritmo del tom-tom y deljazz, y muestra considerable habilidad técnica. Sus primeras obras muestran la fuerte influencia de los simbolistasfranceses.
Se convirtió en una proponente y defensora de tendencias innovadoras en la poesía inglesa y se opuso a lo que consideró el convencionalismo de gran parte de los poetas contemporáneos que miraban hacia atrás. Su piso se convirtió en un lugar de reunión para jóvenes escritores de quienes deseaba hacerse amiga y ayudar: entre estos últimos estuvieron Dylan Thomas y Denton Welch. También ayudó a publicar la poesía de Wilfred Owen después de su muerte.
Su única novela, I Live under a Black Sun («Vivo bajo un sol negro»), basada en la vida de Jonathan Swift, se publicó en 1937.


Sitwell tenía rasgos angulares que recordaban a la reina Isabel I (también compartían fecha de cumpleaños) y medía 1,83 m. de alto, pero a menudo vestía de manera inusual con ropas de brocado o terciopelo con turbantes dorados y una plétora de anillos; sus joyas pueden verse en las galerías de joyas del Museo Victoria y Alberto de Londres. Su inusual apariencia provocó críticas casi tanto como sus versos, y a lo largo de su vida fue objeto de ataques personales más o menos virulentos por parte de Geoffrey GrigsonF. R. Leavis y otros, que ella devolvía con vigor. Mientras agonizaba, el crítico Julian Symons publicó el último de estos ataques en The London Magazine de noviembre de 1964, acusándola de 'lucir los corazones sangrantes de otras personas en su propia y segura manga.' Sus 'enemigos' eran tratados con desdén; después de que Noel Coward escribiera un sketch sobre Sitwell y sus dos hermanos como The Swiss Family Whittlebot(«La familia suiza Whittlebot») para su revista London Calling! de 1923 ella rechazó hablarle hasta que se reconciliaron después de su triunfante fiesta de 70.º cumpleaños en el London's Festival Hall. Hacia sus amigos, ella mostró gran dulzura e invariable amabilidad.
Sitwell estaba interesada sobre todo en la distinción entre la poesía y la música, un asunto que exploró en Façade (1922), al que puso música William Walton, una serie de poemas abstractos cuyos ritmos imitan los de la música. Façade fue interpretada detrás de una cortina con un agujero en la boca de un rostro pintado y las palabras se recitaban a través del agujero con la ayuda de un megáfono. El público recibió la primera interpretación con desconcierto, pero hubo muchas reacciones positivas.


Encuentro con Marilyn Monroe

Dos mujeres aparentemente tan diferentes, tan distanciadas en el tiempo.
Y sin embargo, hay una similitud, un algo común; tal es su modo de estar, su forma de relacionarse; están a gusto, se observan con interés, directamente, reconociéndose con la mirada, encantadas de la coincidencia.
Es 1953. Marilyn muestra su encanto natural, no hay nada detrás, como ni rastro de las sucesivas familias de adopción y los abusos, de lo que Dwight Longenecker retrata como “un matrimonio adolescente en un triste intento de seguridad.”

Edith se mantiene erguida, una garza majestuosa ante esa joven adorable de veintisiete años, con la tranquilidad de quien ya ha visto mucho; su recta cabeza parece decir “qué tenemos aquí”; ha cumplido sesenta y seis años, pero el atuendo la envejece: debajo de toda su fachada queda la niña y la joven aristócrata absolutamente desamparada y mortificada por sus padres.

Debía escribir un artículo sobre aquella visita a Hollywood, el encuentro se organizó con propósitos publicitarios en el Sunset Tower Hotel. Dijo que Marilyn “vestía un traje verde y, con su pelo rubio, parecía un narciso.” En su autobiografía la describió como “tranquila, con una gran dignidad natural y extremadamente inteligente.” Y también "sumamente sensible". Marilyn leía en esos momentos obras de Rudolf Steiner, el filósofo fundador de la antroposofía. 




¿DE QUÉ SIRVE LA POESÍA?
Por Edith Sitwell

De vez en cuando se levanta por el mundo, en Inglaterra principalmente, un griterío contra la inutilidad del arte en general, y de la poesía en particular. No concibo ese clamoreo. ¿Por qué, necesariamente, todas las cosas del mundo han de rendir utilidad? Desde luego, si la belleza de la poesía es la de la azucena, parece inaudito preguntar de qué sirve la poesía, como lo fuera preguntar para qué sirve la religión.
Los beneficios de la poesía son muchos. El poeta anda del brazo con el sacerdote en la obra de rescatar a las gentes para la fe en Dios y en el corazón humano, en esta época despiadada en que la única fe perceptible es la de los credos cínicos y crueles.

Emerson decía de Platón que sólo "él, desde su posición central, como la del sol en nuestro cielo, y con todo el alcance de su visión espiritual, podía tener una fe sin sombra de duda". Lo mismo se puede decir de un gran poeta. Así fue en el pasado y lo es también en nuestros tiempos, en los que tantos hombres, bajo el influjo de las circunstancias del ambiente mundial y de sus propias vidas, padecen una debilitación trágica o una pérdida total de la fe. La poesía nos ayudará a todos a mantenernos inmutablemente centrados.
Ante el soberbio edificio de la creación, en que cada imagen de maravilla refleja otra imagen maravillosa (el paradigma del helecho o la pluma copiado en la escarcha de la vidriera, los seis rayos del copo de nueve reproducidos en la eternidad exarradial del cristal de roca) yo me pregunto: ¿Han sido esas estructuras diseñadas por la ceguera? ¿Quién, entonces, podrá imbuirme la duda?
El poeta habla a todos los hombres de aquella su otra vida que tienen sofocada y olvidada. El poeta ayuda a sus hermanos, los hombres, a ser más compasivos los unos para con los otros, recordando las dulces palabras "Amaos los unos a los otros".
Para Shakespeare, por ejemplo, el más insignificante ser vivo tiene derecho al sol.
La poesía ¡sirve para tanto!... La poesía es la deificación de la realidad. Un poeta (de la calidad de Wordsworth, verbigracia) nos enseña que Dios está en toda cosa, en la hierba, en la piedra. La razón y la tranquilidad eran los ángeles compañeros de Wordsworth cuando él andaba por un mundo cotidiano vulgar, transformado en espectáculo resplandeciente por la llama de su genio, que iluminaba todas las cosas sin alterarlas. No había frente a él más que los dichos comunes y los hechos comunes, pero todos convertidos en radiantes y perdurables por la inspiración. Porque Wordsworth poseía el calor de la tierra y el del corazón humano; y con ese fuego genial, el del corazón más que el del alma, le había quitado a la razón toda su frigidez.

La tierra y cuanto miro
me aparece bañado
de fulgor celestial
La poesía ennoblece el corazón y los ojos y revela el significado de todo lo que perciben los ojos y el corazón. Descubre el secreto latir del universo y nos devuelve los paraísos olvidados.

Decía Walt Whitman que "todas las verdades están esperándonos en todas las cosas, prestas a desplegarse más fragantes que las rosas en sus ramos vivos, siempre que las contemplemos a un sol primaveral con humedad de lluvia de verano. Mas ese sol debe arder en uno mismo, ha de ser el amor".

Yo desearía que todos participaran del arrobamiento del poeta. En algunos aspectos (lo digo con profunda humildad) la misión creadora del poeta se parece a la del santo. No creo que nadie que ame la poesía pueda tener fea el alma. Defectos humanos, sí. El alma, empero, dará resplandores.

¡Gentes necias las que afirman que los poemas hechos sin más fin que el amor a la belleza son fútiles como las mariposas! Cuando al gran naturalista del siglo XVII John Ray, alguien le preguntó: "¿Para qué sirven las mariposas?", repuso: "Para adornar el mundo y deleitar los ojos de los hombres; para alegrar el campo cual si fuesen orlas y lentejuelas de los predios". Y aun añadía respecto a esas lindas criaturas de Dios: "¿Quién puede contemplar su belleza exquisita y no reconocer y adorar los trazos de un arte Divino señalados en ellas?". También los poemas a que aludo, esas mariposas salidas de la mano del hombre, llevan los toques del arte humano sobre sus alas.
Quiero aquí considerar un problema que muchos han planteado. ¿Por qué no es mayor el número de los que gustan de la poesía moderna? Veo dos razones para ello. La primera es la de que se lancen hoy como versos tantos ripios inaguantables y que sean atolondradamente jaleados por los críticos. El infortunado lector sometido a semejante atosigamiento concluye que, si eso es poesía, él no quiere ni verla. Y así se apartará igualmente de la verdadera poesía que le haría el mundo bello. La otra razón es que hay muchas personas que tienen una manera hereditaria de ver y oír o quizás cierta insensibilidad al ritmo.

Yo en mi juventud y otros poetas de mi edad nos divertíamos bastante con los artículos de nuestros poco enterados mayores, acerca del uso de la rima. "¿Por qué-nos interrogaban-no riman como Tensión estos poetas nuevos?" Si a nuestra vez les preguntábamos que particular poema de Tensión desearían que emulásemos nos mencionaban invariablemente: "Tears, idle tears" (Lágrimas, ociosas lágrimas), en el que, precisamente, no hay rima.

Hay unpoema oculto de Black Sabbath titulado, Aún cae la lluvia, y el título nos lleva a acordarnos de Edith Sitwell y su famoso poema titulado de igual manera que el de los Sabbath Still falls the rain, por eso he pensado que estaría bien aprovechar y presentar este  poema creado a raíz de los bombardeos alemanes al inicio de la II guerra mundial, lo que se conoce históricamente bajo el nombre de "Blitzkrieg".
Lo voy a poner en español, pero también en inglés, pues as traducciones siempre son traidoras.

Aún cae la lluvia

Aún cae la lluvia 
oscura como el mundo del hombre, lóbrega como nuestra perdición,
ciega como los mil novecientos cuarenta clavos 
hincados en la Cruz.
Aún cae la lluvia 
Suena como el latir de un corazón convertido en un golpe de mazo
en la fosa común, y el sonido de los pies impíos.
Sobre la Tumba:
Aún cae la lluvia
en el Campo Sangriento donde renace la esperanza y la mente humana
alimenta su codicia ese gusano con rostro de Caín. 
Aún cae la lluvia
a los pies del agonizante suspendido en la Cruz.
Cristo, a quien día tras día, noche a noche, vuelve a crucificarse, ten piedad
de nosotros:
del magnate y de Lázaro:
bajo la lluvia no hay diferencia entre el oro y las pústulas.
Aún cae la lluvia ...
Aún fluye sangre del costado herido del Agonizante;
su corazón recoge todos los agravios: los de la luz extinta,
la mortecina y última centella
del corazón suicida, los agravios de la triste tiniebla incomprendida,
los agravios del oso flagelado,
el oso ciego y sollozante a quien los cuidadores azotan
las carnes indefensas, las lágrimas de la liebre acosada.
Aún cae la lluvia ...
Después -Me acogeré a mi dios, que me derriba
Ved, ved la sangre de Cristo teñir el firmamento:
mana de las sienes que hemos clavado en el madero,
cala en el agonizante, sediento corazón
que sostiene los turbios fulgores de este mundo, manchados de dolor
cual la corona de laurel de César.
Suena entonces la voz de Aquel que semejante al corazón del hombre,
fue otrora un niño que yagó entre las bestias:
"Aún amo, la luz de mi inocencia, mi sangre, es vuestra."







sábado, 2 de julio de 2016

CortaZar hecho HistorieTA

El vínculo entre Cortázar y las historietas tiene, de hecho, un precedente que es rara avis: Fantomas contra los vampiros multinacionales (1975), cuya edición fiable debe rastrearse en el librito que Doedytores publicara en 1995. Allí aparece la réplica verdadera de las páginas del Fantomas mexicano (de ediciones Novaro), con participaciones estelares de Susan Sontag, Julio Cortázar, Alberto Moravia, entre otros. Esa fue la historieta disparadora del libro, verdadero metatexto.
De manera tal que, se intuye, si Cortázar viese estos espléndidos trabajos quizás se detendría en algún rasgo casi huidizo, así como lo sugiriera al momento de ver Blow Up (1966), de Antonioni (basado en "Las babas del diablo"). En todo caso, de lo que se trata es de encontrar esa afinidad que el lector sabe porque, justamente, ha leído. Y si también lo ha hecho con los historietistas en cuestión, ¿cómo resistir la tentación?
El recorrido comienza de manera superlativa. Con la obra maestra que la dupla Carlos Sampayo (guión) y Carlos Nine (dibujo) logran a partir de "La noche boca arriba". Es demasiado extraordinario. Se trata de uno de los más grandes guionistas y de uno de los más grandes dibujantes. La fusión entre ambos altera todavía más la percepción del relato original, al hacer de su trama espejada una excusa desde la cual practicar otras variaciones. Más la pizca siempre exultante, de desliz semántico, que Nine sabe dibujar. Un mundo propio donde hacer comulgar ese otro mundo ﷓por lo visto, tan parecido﷓ que es Cortázar. Podría también pensarse en el propio Julio como paciente al que operar en este hospital demente, con bisturíes en manos de Sampayo y Nine. Tan frenética es la acción, tan desencajada pero tan orgánica, que ya quisiera cualquier amante del género tenerla bien impresa en un álbum para su biblioteca.
Como si fuese un efecto más de este disparador, el recorrido continúa con otra versión del mismo cuento, ahora en manos de Salvador Sanz, quien impone un relato en blanco y negro, donde practica un montaje por asociación que es transposición eficaz de ese filo de espejo original. Sanz puede, con una precisión que le es aspecto ya reconocible, amalgamar situaciones históricas distintas por parecidas, sintetizadas en elementos casi idénticos, a partir de su disposición simétrica en la página.
Con "Carta a una señorita en París", Diego Agrimbau (guión) y Lucas Varela (dibujo) resultan encantadoramente sombríos. Esos conejitos de pelaje suave que acarician la garganta, en el lápiz de Varela son, precisamente, adorables y siniestros. Todo muy simpático, todo muy deprimente. Saltarines, trozados y suicidas. Junto al naranja predominante que tiñe de frenesí leve cada una de las acciones.
Por su parte, el gran Enrique Breccia practica con "Reunión" una mirada de mundo que es, también, reencuentro con su primera tarea profesional: Vida del Che (1968), junto a su padre Alberto, con guión de Héctor Oesterheld. Leer a Enrique es leer un historietista depurado, artesanal, capaz de confluir con Cortázar desde un sueño en forma de estrella. La propuesta más provocadora viene de la mano de Esteban Podetti (guión) y Diego Parés (dibujo) con "Omnibus". En clave relato de horror, con puesta en página similar a la paradigmática Tales from the Crypt, Parés﷓Podetti colocan a Cortázar en el mismo rol que el Guardián de la Cripta, para dar rienda suelta a su historia macabra. Así como Varela, pero desde una raigambre gráfica distinta, con asidero en Fola (Pelopincho y Cachirula), Parés puede hacer del espanto algo gracioso y nunca perder foco. Así como lograr una página admirable provista de un maremoto de ojos vigías.
Con "Axolotl" (guión de Jorge Zentner), Pablo Túnica trabaja cada página a partir de dos viñetas horizontales. Una equidad en la distribución del espacio que es confluencia de espíritu con el relato de origen. Sus pinceladas, de ánimo oscuro, logran momentos extrañamente hermosos, perturbadores, en donde el propio lector queda contagiado del borde de su reflejo. El caso de "La autopista al Sur" (guión de Pablo De Santis) es excusa bella para perderse en los dibujos de Ignacio Minaverry, cuya paleta saturada de verde, amarillo y naranja, puede transportar al lector de manera afín a un ensueño sixtie, en donde también evocar el plano secuencia esencial que Godard plasmara en Week End (1967).
El desenlace viene de la mano de "La señorita Cora" (guión de Lautaro Ortiz), para que los dibujos de El Tomi empañen al que mira de recuerdos de infancia pegajosa, con historietas por el suelo y jadeos de enfermera de ensueño. Un montaje yuxtapuesto, donde palabras y dibujos dicen de modo encontrado, permite a los autores recrear la vivencia alucinada de un personaje que es, por extensión, la definición misma de todo lector cortazariano.
"Y salían en ciertas épocas a cazar enemigos;le llamaban la guerra florida."
A mitad del largo zaguán del hotel pensó que debía ser tarde y se apuró a salir a la calle y sacar la motocicleta del rincón donde el portero de al lado le permitía guardarla. En la joyería de la esquina vio que eran las nueve menos diez; llegaría con tiempo sobrado adonde iba. El sol se filtraba entre los altos edificios del centro, y él -porque para sí mismo, para ir pensando, no tenía nombre- montó en la máquina saboreando el paseo. La moto ronroneaba entre sus piernas, y un viento fresco le chicoteaba los pantalones(...)
Lo llevaron a la sala de radio, y veinte minutos después, con la placa todavía húmeda puesta sobre el pecho como una lápida negra, pasó a la sala de operaciones. Alguien de blanco, alto y delgado se le acercó y se puso a mirar la radiografía. Manos de mujer le acomodaban la cabeza, sintió que lo pasaban de una camilla a otra. El hombre de blanco se le acercó otra vez, sonriendo, con algo que le brillaba en la mano derecha. "

La noche boca arriba

hUMOR cORTAZARIAnO.

julioCORtazar

Detrasdelabiblioteca. Un bloGpequeño.

Regamos tuVIDA CON ideas, Arte, Libros,rutinasenCendidasCLASICOSpARAISOSbibliotecas, filosofiaecologiaestiloslivianosAMOR.


ILUSTRADORA

SONIA PULIDO

Sonia Pulido Flores es una ilustradora, dibujante de historietas y grabadora española, nacida en Barcelona en 1973




Licenciada en Bellas Artes en la especialidad de grabado y estampación, Sonia Pulido obtuvo en 1996 el primer premio en un concurso de ilustración organizado por su Universidad.
Inició su carrera realizando ilustraciones para El País SemanalMujer 21RockdeluxStripburger o Tretzevents e historietas breves, con su propio guion, para Dos veces breveNSLM o Tos.
En 2002 obtuvo el Certamen de Ilustración del Injuve.
Su primera historieta larga fue Puede que esta vez (Sinsentido), donde plasmó un guion de Xavi Doménech inspirado en la canción Maybe this time de Cabaret.


En 2008 pidió a su admirado Pere Joan un guion que pudiera realizar, dando como resultado Duelo de caracoles, publicado dos años después por Editorial Sinsentido.