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sábado, 6 de agosto de 2016

Adorno y Horkheimer escribieron una de las críticas más profundas a la modernidad, La Dialéctica de la Ilustración, un libro que fue publicado por primera vez bajo ese nombre en 1947 como parte de la corriente intelectual de la Escuela de Frankfurt. Dentro de la realidad capitalista en América en el siglo 20 y la prosperidad del nazismo en Alemania, Adorno y Horkheimer redactaron la Dialéctica de la Ilustración, como producto de su exilio desde Alemania a los Estados Unidos de después de la guerra.



Dialéctica de la Ilustración es una obra escrita por Theodor Adorno y Max Horkheimer, ambos autores dedicados a la llamada Teoría crítica, corriente comprometida con un compromiso social emancipatorio de las estructuras establecidas en la sociedad moderna. En sus páginas encontraremos un análisis crítico de la cultura de masas y del fascismo al mismo tiempo que se vincula el concepto de Razón con el sistema social moderno. Para entender esta obra es necesario hacer referencia al concepto kantiano de Ilustración e Iluminismo.
Esta obra, contextualizada en 1944, circulará de manera underground durante los años 50 y 60, convirtiéndose, sin embargo, en un texto de cabecera. La propuesta central del libro será la defensa de que el Holocausto no es un acontecimiento casual sino una consecuencia ideológica de la forma en la que está constituido el Imperio de Occidente. También hay que reflexionar sobre el hecho de que ambos filósofos no sostienen en absoluto la idea de que nuestra sociedad sólo sea capaz de generar sistemas totalitarios. Desde este punto de vista la Teoría Crítica debería impulsar un cambio social.


La sociedad habría creado un concepto de razón definiéndola como un instrumento de dominio de la naturaleza y del semejante. No nos dábamos cuenta de la trampa en la que, al pensar esto, estábamos cayendo. Porque al dominar la naturaleza el humano debe dominarse a sí mismo, reprimir lo que hay en él de naturaleza, con ello se disuelve la individualidad creadora en la racionalidad económica. Como consecuencia, un enfoque positivista de la ciencia sería también otra medida de control. Así, la forma de pensar de la Ilustración gira en torno a la razón, y este sistema racional sienta las bases de una filosofía que daría lugar a la sociedad moderna. El llamado racionalismo remite a una forma de pensar heredada y tratada como una verdad absoluta, lo cual es erróneo. La sociedad moderna es, pues, una sociedad donde el conocimiento científico adquiere un valor superior a cualquier otro.
Según Adorno y Horkheimer, lo que se entiende por Razón funciona como un mecanismo de dominio sobre la naturaleza y el otro. Sin embargo, pensar de manera racional no supone una actitud de despotismo. El concepto de razón dominante ha funcionado en relación con un sistema de poder cultural y político, en el cual, tener razón supone tener autoridad. Es por esto por lo que el poder del conocimiento científico se pone al servicio de los intereses dentro de un sistema autoritario.



Idealismo cartesiano

Este concepto remite al considerado como padre fundador de la filosofía moderna, Descartes. La frase Pienso luego existo es el eslogan que mejor define esta filosofía, y establece un sistema jerárquico en el que las ideas son las que permiten articular lo real, que no se puede conocer a no ser que no se entienda antes en el terreno teórico, llamado terreno ideal, o terreno de las ideas. Así, la práctica no puede darse sin que antes se teorice sobre ella. (¿Referencia? DISCUSIÓN-'Pienso luego existo' no se refiere a una relación de tiempo de la acción, el 'luego' en la oración se refiere en lógica a 'por tanto', la frase se nace a raíz de la pregunta planteada en la cuarta parte del Discurso del Método: si no puedo confiar en mis sentidos, ¿cómo sé qué de verdad existo y no soy una ilusión? a lo que Descartes se responde: pienso por lo tanto debo existir -cogito ergo sum; je pens donc je suis-.)
Esta relación idealidad-realidad nos remite a la relación sujeto-objeto, en la que el primero decide y de alguna manera, opera, sobre el segundo. En el terreno social, podríamos aplicar también esta analogía: la sociedad resulta ser un objeto de estudio sobre el cual opera el filósofo (al igual que proponía Platón).

Totalitarismo

Los autores abordarán desde la perspectiva de la ciencia positivista como una filosofía que funciona un mecanismo totalizante si trasciende más allá del plano filosófico, ya que en el momento en que las ciencias sociales intentan dar una perspectiva total de su campo, tienen de fondo una intención totalitaria, ya que la realidad se ve subordinada a un sistema de ideas totalizador.


En el contexto de la prosperidad de la fase industrial del capitalismo, caracterizada por grandes fábricas, producción en masa y concentración del capital, también se desarrolla una gran cantidad de productos indistinguibles entre si. La producción en masa y la estandarización se extienden también al ámbito cultural. Productos culturales estandarizados salen al mercado, desde ropa hasta series de televisión, cine y música. Los consumidores se rinden a las leyes de la producción capitalista enraizadas en ese período histórico específico. La multitud se convierte en fanática del orden en el cual se encuentra sumergida. Se puede decir entonces que el consumo (o consumismo) es una expresión de la conformidad y que el consumidor no es más que un elemento pasivo en el conjunto. El consumo es, por lo tanto, una herramienta en las manos de fabricantes y no en las manos de los consumidores.


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