Ursula Kroeber Le Guin (Berkeley, California, 21 de octubre de 1929) es una escritora estadounidense. Ha publicado obras dentro de numerosos géneros, principalmente ciencia ficción y fantasía, aunque también ha escrito poesía, libros infantiles y ensayos, e incluso ha traducido obras de otros autores del chino y el español al inglés.
Sin embargo, Le Guin debe su fama al numeroso caudal de libros y cuentos de ciencia ficción y fantasía publicados a lo largo de su dilatada carrera y ha sido galardonada con varios premios Hugo y Nébula. Fue la primera mujer galardonada con el título de Gran Maestra por la Asociación de escritores de ciencia ficción y fantasía de Estados Unidos (SFWA). Se considera a sí misma como una mujer feminista y taoísta2 y en sus novelas aparecen a menudo ideas anarquistas.
Nació en Berkeley, California el 21 de octubre de 1929. Su padre fue el eminente antropólogo Alfred Kroeber y su madre la escritora Theodora Kroeber. Desde pequeña se educó en una atmósfera de interés académico por los mitos y leyendas de todos los pueblos de la tierra. Su interés por la literatura es temprano: ya a la edad de 11 años envió su primer relato a la reputada revista Astounding Science Fiction y, aunque rechazado, eso no le hizo desistir.
Fue a la Escuela Radcliffe de la Universidad de Harvard, donde se graduó en 1951, y luego pasó un año en la Universidad de Columbia donde hizo su postgrado enlenguas romances. Su tesis de maestría relacionaba diversos aspectos de la literatura romance de la Edad Media y el Renacimiento. Tras finalizar su curso de postgrado, obtuvo una beca Fulbright para estudiar en Francia, donde conoció al que se convertiría en su marido, Charles Le Guin. Se casaron en 1953.
A su vuelta a EE.UU. enseñó francés en varias universidades antes de dedicarse por completo a la literatura. Ha publicado seis libros de poesía, veinte novelas y más de un centenar de historias, cuatro colecciones de ensayos, once libros para niños y algunas traducciones (entre las que destaca el Tao Te Ching de Lao Tse y una selección de poemas de Gabriela Mistral). Desde 1958 vive en Portland, Oregón, donde dio a luz a sus tres hijos. Hoy día está considerada como uno de los mejores autores vivos del género; en el año 2003 fue galardonada como "Gran Maestra" de la SFWA (la primera mujer en obtener esta distinción).
Su primera publicación fue un cuento de fantasía en la revista Amazing en 1962, pero su debut como novelista no llegó hasta cuatro años más tarde con la novela El mundo de Rocannon (1966). La historia de Rocannon cuenta el viaje de un científico a un mundo poblado por tres especies inteligentes diferentes en un ambiente más propio de la fantasía que de la ciencia ficción. En realidad, esta historia se enmarcaba ya en las bases de lo que sería su propio universo de creación: el universo Hainish o Ekumen, en el que conviven diferentes razas humanoides descendientes de una única civilización ancestral proveniente del planeta Hain y cuya diversidad psicológica y sociológica permiten explorar una gran diversidad de facetas y valores de nuestra propia cultura.
La serie, que nos traslada a 2500 años en el futuro, continuó durante el final de los años 60 con otras novelas como Planeta de exilio en 1966, La ciudad de las ilusiones un año después, y una de sus obras maestras, La mano izquierda de la oscuridad en 1969, novela premiada tanto con un Hugo como con un Nébula y que la catapultó a la fama.
Más tarde Le Guin regresó a los mundos Hainish; y lo hizo para volver a ganar el premio Hugo gracias a la novela El nombre del mundo es Bosque (1972), donde nos propone el impresionante encuentro entre la especie humana y otra especie, más inteligente y más desarrollada éticamente, que ha resultado de la evolución, a lo largo de muchos miles de años, de la propia especie humana en otro planeta. Los polémicos temas del ecologismo y del pacifismo laten constantemente a lo largo de toda la historia. Le Guin recibió dos años después tanto el Hugo como el premio Nébula por la novela considerada su otra obra maestra: Los desposeídos: una utopía ambigua (1974). En ella aborda el tema del anarquismo, y el de la manipulación de la vida de los individuos en un sistema totalitario, y profundiza en las dificultades de conjugar la vivencia de una amor auténtico con un total servicio desinteresado a la sociedad. En 1975 volvió a ser considerada tanto por la Sociedad mundial de ciencia ficción como por la SFWA como la mejor escritora de ciencia ficción del año. Ese mismo año apareció una recopilación de cuentos llamada Las doce moradas del viento, en el que se recogen algunas historias difíciles de encontrar hasta la fecha, a pesar de que algunas habían ganado los premios más importantes de su género.
Le Guin también publicaba constantemente en las revistas de ciencia ficción de la época. De aquellos cuentos salieron recopilaciones como La rosa de los vientos(1982), Un pescador del mar interior (1994) y Cuatro caminos hacia el perdón (1995). Más recientemente ha regresado a este universo con una nueva recopilación de cuentos titulada El cumpleaños del mundo y otros relatos (2002).
Entrevista
FUENTE : pAGINA 12
Habría que preguntarse por qué seduce tanto la fantasía”
En su primer reportaje para un medio argentino, la autora de la saga de Terramar define las claves de una obra que la hizo referente de la fantasía y la ciencia ficción. Frente a la vigencia del género, interroga: “¿Habrá algo equivocado en el realismo, algo se habrá perdido?
Por Sandra Chaher
Cuando en la segunda mitad de los años ’60, a Ursula Kroeber Le Guin le encargaron la escritura de un libro de fantasía para chicos de diez u once años era casi desconocida. Había publicado su primer libro de ciencia ficción, El mundo de Rocannon, en 1964, y empezaba a perfilarse como una narradora original, y mujer, dentro de un género casi exclusivamente masculino. Pero ese pedido que le hizo un editor se transformó en la saga de Terramar, seis libros que probablemente sean los más queridos por sus lectores y que dieron la vuelta al mundo, a este mundo.
Un mago de Terramar, el primero, fue publicado en 1968. En 1971 salió La costa más lejana, y en 1972 Las tumbas de Atuán. Después hubo un silencio de casi veinte años hasta Tehanu, en 1990, y ahí siguieron En el otro viento y Cuentos de Terramar (no editado aún en Argentina), en 2001. La historia del archimago Ged, la ex sacerdotisa Tenar y su hija Tehanu en un archipiélago preindustrial y remoto tiene magia más allá de hechizos y sortilegios y, junto con el resto de la vasta literatura de Le Guin, la ubicaron en el podio de los grandes de la fantasía y la ciencia ficción. Editorial Planeta acaba de publicar, a través del sello Minotauro, una edición de bolsillo de los primeros cuatro libros de la saga y conjuntamente salió el quinto, En el otro viento.
Ursula Le Guin vive actualmente en Portland, Estados Unidos. Desde allí contestó esta entrevista –la primera que concede a un medio argentino– por mail, tomándose su tiempo para cada respuesta. Cuando lo hizo, acababa de regresar del desierto, donde había estado una semana alejada del mundo.
–Cuando le encargaron el primer libro de Terramar, a fines de los ’60, le pidieron un texto para preadolescentes. Sin embargo, sus lectores son mayoritariamente adultos. ¿Por qué cree que pasa esto?
–En América del Norte y Gran Bretaña, los libros de Terramar son leídos por chicos de diez u once años, por adolescentes y por adultos. El editor puede referirse a ellos como libros para “adultos jóvenes”, pero es simplemente una etiqueta del mercado, no para los lectores. Los libros de fantasía en general son leídos por toda la gente a la que le gusta la fantasía: la edad del lector es insignificante. Esto es particularmente así en la tradición de la fantasía dentro de la que yo escribía cuando comencé con las historias de Terramar. Es la misma tradición en la que escribió Tolkien, llamada “fantasía heroica” o “alta fantasía”, pero que aún no fue correctamente definida ni descripta por la crítica literaria. Entre sus ancestros están los cuentos folklóricos y los mitos, las novelas épicas de la Edad Media, y Ariosto, y Tasso, y muchas fantasías del siglo XIX y demás. Esta literatura es accesible para cualquier lector. La pregunta que habría que hacerse, quizá, no es por qué la fantasía seduce tanto a niños como a adultos, sino por qué el realismo atrae sólo a los adultos. ¿Habrá algo equivocado en el realismo, algo se habrá perdido?
–¿Qué es lo que más la atrae del mundo de Terramar?
–Disfruto navegar en pequeñas embarcaciones en el océano, cosa que nunca hice en este mundo. Me gusta tener la posibilidad de ver un dragón en el cielo, cosa que tampoco he hecho. También amo revisitar las islas que imaginé por primera vez hace muchos años. Y estoy agradecida de poder estar con el Maestro de las Formas en el Bosquecillo Inmanente.
–¿Qué lugar ocupan estos libros dentro de su literatura?
–Un lugar muy importante en mi mente, seguro. He vivido con Ged y Tenar durante cuarenta años.
–¿Cree que al haber sido escrita a lo largo de 30 años la saga le permitió hablar de cambios sociales y personales que ocurrieron en ese tiempo?
–Sí, absolutamente. Los tres primeros libros fueron escritos casi completamente dentro de esa tradición épica-heroica de la que hablé antes, la cual era, en ese momento, una tradición muy masculina. Dentro de ella,yo escribí, contenidamente, como un “varón honorable”. Yo tenía la intención, y la expectativa, de concluir la saga con un cuarto libro que completaría la historia de Tenar. Pero no pude hacerlo. Sabía que Tenar no había terminado sus estudios con el maestro Ogion, que se había ido, se había casado con un granjero y había tenido hijos, pero no sabía por qué había hecho eso. Por eso no pude escribir su libro. Me llevó 17 años darme cuenta cómo había sido su historia. Si en esos años yo no hubiera aprendido de las feministas, nunca habría hallado la razón por la cual Tenar rechazó el poder masculino y halló su propio poder como mujer. No pude escribir el cuarto libro hasta que no me encontré a mí misma y descubrí mi propio poder como mujer y como escritora mujer. Lo cual significa: como un ser humano completo.
–¿Podría interpretarse la vida de Ged como una reflexión sobre el poder y el amor?
–Diré lo que se dice en Tehanu sobre el poder. ¡Pero por favor, es sólo la autora que está haciendo una conjetura! Otra gente puede leer ese libro en forma diferente y verdadera también. En Tehanu se dice que el poder de los sabios de Roke es imperfecto. Como sabio, Ged tenía todo lo que podía tener excepto una cosa: su virilidad. Los sabios de Roke eran célibes porque pensaban que su poder dependía de su castidad. Como ellos despreciaban a la mujer, despreciaban la sexualidad. Pero las mujeres de Terramar tenían ambas cosas: hechicería y sexualidad. Los hombres buscaron el equilibrio, pero lo hicieron en forma equivocada. Cuando Ged usó todo su poder para vencer a un gran mal, el gran mago se convirtió en un hombre común, ya no era un sabio. Y por lo tanto ya no había razón para permanecer célibe. Y él pudo abrir su corazón a la mujer que habría amado si hubiera podido hacerlo mucho tiempo antes. El entregó su poder y a cambio le fue dada la dulzura de su vida, cosa que nunca había conocido. Lo triste es que Ged fue engañado acerca de que no se puede tener el poder verdadero y el amor verdadero al mismo tiempo. ¡Pero finalmente tuvo primero uno y luego el otro!
–En Tehanu y En el otro viento aparecen temas muy actuales: el maltrato de niños, la integración de las personas diversas, el aspecto espiritual de la vida. ¿Podría decirse que su literatura, aun siendo de fantasía y ciencia ficción, está muy vinculada al momento histórico en que escribe?
–¡Oh, sí, ojalá eso sea así! Yo escribo en el terreno de la fantasía y la ciencia ficción que se dirige al momento histórico en el que se las escribe, y son también una expresión del mismo. Don Quijote, por ejemplo, al ser una obra puramente de la imaginación, una fantasía, es la expresión de su momento histórico, así como de la eterna naturaleza humana.
–Otro tema central en la saga es el lenguaje. Usted habla de un “lenguaje verdadero, el lenguaje de la creación”, que le da sentido a las cosas. ¿Podría inferirse que el uso banal del lenguaje tiene consecuencias similares a la expulsión del Paraíso, en el sentido de pérdida de un estado de gracia?
–Frente a imágenes judeocristianas como la expulsión del Paraíso, yo siento que me retraigo, me retiro. Esa no es mi mitología. La idea de un lenguaje equivalente a la realidad, de eso se habla en el libro, no tiene nada que ver con un Edén perdido o un Dios celoso. ¡Nada de eso! Tiene que ver con los vínculos y relaciones de los que habla el lenguaje. Tiene que ver con la narración, la poesía, la magia, el arte.
–¿Habrá una nueva novela sobre Terramar?
–No lo sé. Como ve, nunca he sabido qué sucederá después. ¿No llamé acaso a Tehanu “el último libro de Terramar”? ¡Y después escribí dos más!
–Estuvo una vez en Argentina casi de incógnito. ¿Cuándo fue?
–Fui con mi marido en 1997. Viajamos hasta allí en avión para tomar un crucero que nos llevó a Tierra del Fuego y la Patagonia argentina y chilena. Fue uno de los grandes viajes de mi vida. Estuvimos sólo un día en Buenos Aires. Diana Bellessi nos trajo mucha comida y un oso azul de juguete para que nos acompañara en el viaje. ¡Nos comimos todo pero todavía tengo el oso!
Cuando en la segunda mitad de los años ’60, a Ursula Kroeber Le Guin le encargaron la escritura de un libro de fantasía para chicos de diez u once años era casi desconocida. Había publicado su primer libro de ciencia ficción, El mundo de Rocannon, en 1964, y empezaba a perfilarse como una narradora original, y mujer, dentro de un género casi exclusivamente masculino. Pero ese pedido que le hizo un editor se transformó en la saga de Terramar, seis libros que probablemente sean los más queridos por sus lectores y que dieron la vuelta al mundo, a este mundo.
Un mago de Terramar, el primero, fue publicado en 1968. En 1971 salió La costa más lejana, y en 1972 Las tumbas de Atuán. Después hubo un silencio de casi veinte años hasta Tehanu, en 1990, y ahí siguieron En el otro viento y Cuentos de Terramar (no editado aún en Argentina), en 2001. La historia del archimago Ged, la ex sacerdotisa Tenar y su hija Tehanu en un archipiélago preindustrial y remoto tiene magia más allá de hechizos y sortilegios y, junto con el resto de la vasta literatura de Le Guin, la ubicaron en el podio de los grandes de la fantasía y la ciencia ficción. Editorial Planeta acaba de publicar, a través del sello Minotauro, una edición de bolsillo de los primeros cuatro libros de la saga y conjuntamente salió el quinto, En el otro viento.
Ursula Le Guin vive actualmente en Portland, Estados Unidos. Desde allí contestó esta entrevista –la primera que concede a un medio argentino– por mail, tomándose su tiempo para cada respuesta. Cuando lo hizo, acababa de regresar del desierto, donde había estado una semana alejada del mundo.
–Cuando le encargaron el primer libro de Terramar, a fines de los ’60, le pidieron un texto para preadolescentes. Sin embargo, sus lectores son mayoritariamente adultos. ¿Por qué cree que pasa esto?
–En América del Norte y Gran Bretaña, los libros de Terramar son leídos por chicos de diez u once años, por adolescentes y por adultos. El editor puede referirse a ellos como libros para “adultos jóvenes”, pero es simplemente una etiqueta del mercado, no para los lectores. Los libros de fantasía en general son leídos por toda la gente a la que le gusta la fantasía: la edad del lector es insignificante. Esto es particularmente así en la tradición de la fantasía dentro de la que yo escribía cuando comencé con las historias de Terramar. Es la misma tradición en la que escribió Tolkien, llamada “fantasía heroica” o “alta fantasía”, pero que aún no fue correctamente definida ni descripta por la crítica literaria. Entre sus ancestros están los cuentos folklóricos y los mitos, las novelas épicas de la Edad Media, y Ariosto, y Tasso, y muchas fantasías del siglo XIX y demás. Esta literatura es accesible para cualquier lector. La pregunta que habría que hacerse, quizá, no es por qué la fantasía seduce tanto a niños como a adultos, sino por qué el realismo atrae sólo a los adultos. ¿Habrá algo equivocado en el realismo, algo se habrá perdido?
–¿Qué es lo que más la atrae del mundo de Terramar?
–Disfruto navegar en pequeñas embarcaciones en el océano, cosa que nunca hice en este mundo. Me gusta tener la posibilidad de ver un dragón en el cielo, cosa que tampoco he hecho. También amo revisitar las islas que imaginé por primera vez hace muchos años. Y estoy agradecida de poder estar con el Maestro de las Formas en el Bosquecillo Inmanente.
–¿Qué lugar ocupan estos libros dentro de su literatura?
–Un lugar muy importante en mi mente, seguro. He vivido con Ged y Tenar durante cuarenta años.
–¿Cree que al haber sido escrita a lo largo de 30 años la saga le permitió hablar de cambios sociales y personales que ocurrieron en ese tiempo?
–Sí, absolutamente. Los tres primeros libros fueron escritos casi completamente dentro de esa tradición épica-heroica de la que hablé antes, la cual era, en ese momento, una tradición muy masculina. Dentro de ella,yo escribí, contenidamente, como un “varón honorable”. Yo tenía la intención, y la expectativa, de concluir la saga con un cuarto libro que completaría la historia de Tenar. Pero no pude hacerlo. Sabía que Tenar no había terminado sus estudios con el maestro Ogion, que se había ido, se había casado con un granjero y había tenido hijos, pero no sabía por qué había hecho eso. Por eso no pude escribir su libro. Me llevó 17 años darme cuenta cómo había sido su historia. Si en esos años yo no hubiera aprendido de las feministas, nunca habría hallado la razón por la cual Tenar rechazó el poder masculino y halló su propio poder como mujer. No pude escribir el cuarto libro hasta que no me encontré a mí misma y descubrí mi propio poder como mujer y como escritora mujer. Lo cual significa: como un ser humano completo.
–¿Podría interpretarse la vida de Ged como una reflexión sobre el poder y el amor?
–Diré lo que se dice en Tehanu sobre el poder. ¡Pero por favor, es sólo la autora que está haciendo una conjetura! Otra gente puede leer ese libro en forma diferente y verdadera también. En Tehanu se dice que el poder de los sabios de Roke es imperfecto. Como sabio, Ged tenía todo lo que podía tener excepto una cosa: su virilidad. Los sabios de Roke eran célibes porque pensaban que su poder dependía de su castidad. Como ellos despreciaban a la mujer, despreciaban la sexualidad. Pero las mujeres de Terramar tenían ambas cosas: hechicería y sexualidad. Los hombres buscaron el equilibrio, pero lo hicieron en forma equivocada. Cuando Ged usó todo su poder para vencer a un gran mal, el gran mago se convirtió en un hombre común, ya no era un sabio. Y por lo tanto ya no había razón para permanecer célibe. Y él pudo abrir su corazón a la mujer que habría amado si hubiera podido hacerlo mucho tiempo antes. El entregó su poder y a cambio le fue dada la dulzura de su vida, cosa que nunca había conocido. Lo triste es que Ged fue engañado acerca de que no se puede tener el poder verdadero y el amor verdadero al mismo tiempo. ¡Pero finalmente tuvo primero uno y luego el otro!
–En Tehanu y En el otro viento aparecen temas muy actuales: el maltrato de niños, la integración de las personas diversas, el aspecto espiritual de la vida. ¿Podría decirse que su literatura, aun siendo de fantasía y ciencia ficción, está muy vinculada al momento histórico en que escribe?
–¡Oh, sí, ojalá eso sea así! Yo escribo en el terreno de la fantasía y la ciencia ficción que se dirige al momento histórico en el que se las escribe, y son también una expresión del mismo. Don Quijote, por ejemplo, al ser una obra puramente de la imaginación, una fantasía, es la expresión de su momento histórico, así como de la eterna naturaleza humana.
–Otro tema central en la saga es el lenguaje. Usted habla de un “lenguaje verdadero, el lenguaje de la creación”, que le da sentido a las cosas. ¿Podría inferirse que el uso banal del lenguaje tiene consecuencias similares a la expulsión del Paraíso, en el sentido de pérdida de un estado de gracia?
–Frente a imágenes judeocristianas como la expulsión del Paraíso, yo siento que me retraigo, me retiro. Esa no es mi mitología. La idea de un lenguaje equivalente a la realidad, de eso se habla en el libro, no tiene nada que ver con un Edén perdido o un Dios celoso. ¡Nada de eso! Tiene que ver con los vínculos y relaciones de los que habla el lenguaje. Tiene que ver con la narración, la poesía, la magia, el arte.
–¿Habrá una nueva novela sobre Terramar?
–No lo sé. Como ve, nunca he sabido qué sucederá después. ¿No llamé acaso a Tehanu “el último libro de Terramar”? ¡Y después escribí dos más!
–Estuvo una vez en Argentina casi de incógnito. ¿Cuándo fue?
–Fui con mi marido en 1997. Viajamos hasta allí en avión para tomar un crucero que nos llevó a Tierra del Fuego y la Patagonia argentina y chilena. Fue uno de los grandes viajes de mi vida. Estuvimos sólo un día en Buenos Aires. Diana Bellessi nos trajo mucha comida y un oso azul de juguete para que nos acompañara en el viaje. ¡Nos comimos todo pero todavía tengo el oso!
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