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jueves, 7 de julio de 2016

Cartas de Dalí a Lorca: lo que no se puede leer





Grandes artistas compartieron con otros sus ideas y sus pasiones por medio de cartas. Hay registro de grandes obras epistolares como las famosas Cartas a Théo que Vincent Van Gogh escribió desde las puertas de la locura, o las cartas sucias de James Joyce dirigidas a su esposa, Nora Barnacle, en las que se deja ver el lado “sucio” de Joyce. 

Las cartas permiten ver el lado humano de los artistas. Frida Kahlo, en su correspondencia, muestra su aspecto simpático, amable y ácido, además de su capacidad como escritora.

“Un amor erótico y trágico por el hecho de no poderlo compartir”.
Estas fueron las palabras de Salvador Dalí en las últimas cartas que escribió en su vida. En ellas se refería a la relación que mantuvo con el poeta español Federico García Lorca, entre 1923 y 1936. El periodista Víctor Fernández ha publicado un libro llamado Querido Salvador, Querido Lorquito (2013) el cual contiene el intercambio epistolar entre los dos artistas, y permite adentrarse a su intimidad erótica e intelectual.


Las cartas escritas por Dalí para Lorca conforman la mayoría del registro (unas cuarenta). De las cartas que Dalí recibió sólo se obtuvieron, aproximadamente, siete. La explicación yace en la historia de “las mujeres de Dalí”. Una es Ana María Dalí, quien vendió gran parte de las pertenencias de su hermano tras la Guerra Civil; la otra es Gala, el gran amor en la vida del surrealista y quien destruyera gran parte de las cartas que Lorca enviaba. No sólo hubo cartas perdidas, se encontraron algunas cortadas en la correspondencia privada de Dalí, a la cual pocas personas tenían acceso, una de ellas era su esposa; también se menciona que Lorca era una palabra que no se escuchaba en la casa del artista mientras Gala estuviera en ella.
Los juegos de seducción se muestran a partir del intento de cada artista por estar a la altura del otro, insinuaciones sexuales por medio de criticas literarias; el símbolo del silencio se hace presente para sugerir, sutilmente, lo que no se puede leer. Las obras de los artistas pueden resultar las herramientas de seducción que buscaban para llegar el uno al otro. Dalí inserta a Lorca en dos de sus obras: La academia neocubista La miel es más dulce que la sangre, mientras que Lorca hace su jugada en Oda a Salvador Dalí. Su trabajo en conjunto se reduce a la obra Mariana Pineda, escrita por Lorca e ilustrada por  Dalí.
Lo que se creía una traición de Dalí a Lorca se contextualiza como un simple distanciamiento entre los dos: Dalí pronto comenzó una gran amistad con Luis Buñuel, con quien hizo una de las cintas representativas del cine surrealista: Un perro andaluz, título que Lorca creía le pertenecía. Dalí murió casi 50 años después de Lorca, pero en la cama del hospital donde estaba, después de regresar a los lugares que frecuentaba en su juventud, la enfermera que lo atendía sólo entendía una y otra vez la misma frase : “Mi amigo Lorca”. 



Fuente: Por  agosto 19, 2013


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