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viernes, 8 de enero de 2016

BREVE HISTORIA DE BIBLIOTECAS QUEMADAS Y CENsURADAS

Que los libros atraen al fuego es la conclusión a la que puede llegarse al estudiar la historia de la desaparición de las bibliotecas. La lista de bibliotecas destruidas por las llamas es enorme y, como en los bosques, un tipo especial de piromanía ha sido causante de estos incendios. Y es que una característica común del fanatismo ha sido el desprecio por los libros. En su lucha contra el conocimiento, los fanáticos se han ayudado de una herramienta eficaz: el fuego. La codicia doctrinal, es decir, esa manera de pensar que sostiene que las teorías propias son las únicas admisibles y la ambición conquistadora no se llevan bien con la cultura. Política y religión han quemado muchos libros a lo largo de la historia.

BiblioteEl saqueo y la destrucción era práctica común de los conquistadores en la antigüedad. Como edificios oficiales, las primeras bibliotecas no se libraban de esta cruel costumbre. Sabemos gracias a la Arqueología que muchas bibliotecas cerraron sus puertas por derribo.

La más célebre biblioteca del antiguo Egipto, la de Alejandría ,acabó entre llamas. Al parecer, a mediados del siglo VII, el califa Omar recibió una carta del general Amr, el conquistador de Alejandría, en la que le pedía instrucciones con respecto a lo que debía hacerse con la biblioteca. No quería este soldado arriesgarse a cometer una acción reprobable. La decisión del califa fue que debía ser quemada. De acuerdo con la lógica de este gobernante, si los libros que contenía seguían los preceptos del Corán, podían ser destruidos puesto que repetían lo ya sabido, y si no era así, tampoco encontraba motivo para que fueran conservados. El general cumplió la orden, aunque fue práctico: los irremplazables manuscritos sirvieron durante meses para encender el fuego de los baños públicos.
Hay quien sostiene que esta historia es pura leyenda y que la biblioteca ya había sido destruida en el siglo I a. C. como consecuencia de un incendio provocado por el enfrentamiento entre Julio Cesar y Ptolomeo XIII. Otros historiadores piensan que su destrucción se debió a la acción de exaltados cristianos cumpliendo el mandato del patriarca Teófilo en el siglo IV. Cualquiera de estas tres versiones históricas pudo ser la verdadera (incluso las tres); todas comparten el fuego como medio de la destrucción.
Pero ya muchos siglos antes, las bibliotecas egipcias habían sido presentadas al fuego. En el papiro de Ipuur, un poema compuesto en el siglo XIII a. C., se describe ya que muchas bibliotecas fueron destruidas casi mil años antes de que el autor, el príncipe Ipu, escribiera este relato. Los cambios de dinastía resultaban fatales para las casas de la vida, el bonito nombre que recibían las bibliotecas en el antiguo Egipto. Habitualmente, el faraón que inauguraba una dinastía no eliminaba inscripciones o escritos, pero cambiaba todas las referencias sobre el rival depuesto y hasta de sus antepasados.
En Asia sudoccidental, la zona que en occidente llamamos Oriente próximo, también se construyeron muchas bibliotecas en la antigüedad. Alrededor de los ríos Tigris y Eúfrates se han encontrado multitud de restos que demuestran una gran dispersión de bibliotecas. Una buena parte de las ellas, hititas, babilónicas o asirias, acabaron saqueadas y destruidas con las invasiones.

Bibliotecas quemadas en la Edad Media

Política y religión continuaron siendo los principales motivos de destrucción de bibliotecas en la Edad Media. Una gran cantidad de libros en la Edad Media fueron censurados y llevados a la hoguera. Por desgracia, a veces estos libros avivaron el fuego en el que se quemaba a sus propios autores. La Santa Inquisición es tristemente famosa por la gran cantidad de libros que condenó a las llamas. El index librorum prohibitorum et expurgatorum, es decir, el índice de libros prohibidos de la Iglesia católica ha estado vigente hasta 1948.
En la Edad Media no eran habituales las grandes bibliotecas. Hasta la aparición de las universidades, los libros se condensaban en pequeñas bibliotecas ubicadas en los monasterios. Una excepción fue la biblioteca de Monte Casino, que acabó incendiada en un bombardeo de la Segunda Guerra Mundial.
La biblioteca de Bizancio, enorme también en número de volúmenes al compararla con lo que era habitual en la Edad Media, abrió sus puertas durante mil años, y fue destruida en varias ocasiones hasta que fue definitivamente incendiada por los soldados turcos en 1453.

Nuevos tiempos, antiguas costumbres

Durante los últimos doscientos años se ha extendido considerablemente el número de bibliotecas. Sólo las regiones más pobres de la Tierra no cuentan con una biblioteca, por modesta que sea; pero, como en la antigüedad o en la Edad Media, muchas de ellas han acabado en la hoguera por decisión humana. Prácticamente todos los dictadores que vivieron en el siglo XX han ejercitado esta obsesión por la destrucción de libros. Guerras y conflictos son el ambiente propicio para esta absurda práctica.
La Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, considerada la más grande de nuestros días, fue incendiada en la Guerra de 1812 entre Inglaterra y Estados Unidos. El alto mando inglés decidió, después de tomar la ciudad de Washington, pegarle fuego a algunos de sus edificios públicos como venganza por la quema de las fuerzas estadounidenses del Parlamento canadiense en Toronto. Junto a la Casa Blanca fue incendiada la Biblioteca del Congreso.

Dos tristes ejemplos muestran que en nuestros días no parece haber terminado esta bárbara práctica. En 1992, la biblioteca nacional de Sarajevo fue incendiada como consecuencia de un ataque premeditado de la artillería del ejército serbo-bosnio. Más recientemente, en 2003, fueron quemados un millón de libros de la Biblioteca Nacional de Irak. Días antes de este incendio, una multitud había saqueado la desprotegida biblioteca haciendo desaparecer valiosos volúmenes antiguos de, entre otros, Averroes, Avicena o Al Kindi.cas quemadas en la antigüedadStuart A. P. Murray es el autor de la obra "Bibliotecas: Una historia ilustrada" publicado en 2014 por la editorial La Esfera de los libros en su colección Historia. Se trata de la edición en español de, The Library: An Illustrated History, publicada en 2009.

En este libro se hace un recorrido ilustrado por las bibliotecas de todo el mundo.

Murray señala en su recorrido histórico como muchas bibliotecas han sobrevivido a las grandes catástrofes como las guerras, como fue el caso de la Biblioteca Hollan House de Londres, bombardeada durante la Segunda Guerra Mundial , destruyendo sus instalaciones, pero que, inexplicablemente, no sus colecciones de libros, pues salvo algunos pocos ejemplares que se perdieron , el resto de los fondos de la biblioteca quedó intacto, tal y como pudieron comprobarlo las primeras personas que acudieron a las ruinas del edificio destrozado y que muestra la fotografía del libro y que ilustra este post. Sobre este libro, se ha publicado recientemente (2015) un artículo en el diario El Mundo. Y, también, se recoge una sinopsis en el blog "Las lecturas de Guillermo"(16 de enero de 2015)

Al leer este pasaje me ha venido a la memoria la destrucción de otras bibliotecas durante conflictos bélicos, especialmente, la de la biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras de nuestra Universidad durante la guerra civil. Este triste episodio está muy bien estudiado en la tesis doctoral "La Biblioteca de la Universidad de Madrid durante la Segunda República y la Guerra Civil" (UCM, 2011) de nuestra compañera Marta Torres.


Además, la UCM realizó en septiembre de 2012 una exposición sobre el tema "Balas y letras: libros con heridas de guerra en la Biblioteca Histórica" en la cual se expusieron algunos de los ejemplares dañados por las balas y la metralla durante el conflicto, como el de San Agustín del siglo XVI que aparece en la ilustración (signatura FLL12157).
Lamentablemente, hay casos diferentes al de la Biblioteca Hollan House de Londres, pues desde la destrucción por el fuego de la gran Biblioteca de Alejandría, foco de la cultura helénica en el año 48 a. C., hasta épocas relativamente recientes, se han destruido bibliotecas con sus libros. Hay que recordar la destrucción de la Biblioteca Nacional de Sarajevo, quemada por el fuego de la artillería a finales de agosto de 1992, de la que se salvaron algunas colecciones valiosas, pero perecieron muchas otras, o el casi millón de libros de la Biblioteca Nacional de Irak que se quemó durante la invasión en 2003.
Las bibliotecas, en la mayor parte de los casos, no tienen un valor estratégico y por ello no constituyen objetivos militares, pero sí son símbolos de identidad de los pueblos y con su destrucción y la de sus colecciones se pretende acabar con esta identidad e impedir el acceso a la cultura de la sociedad a la que se ataca.
A pesar de todo, las bibliotecas se vuelven a reconstruir (edificios y colecciones) y continúan dando un gran servicio a la sociedad. Precisamente, el autor de Bibliotecas: una historia ilustrada se ha dedicado a investigar cómo, a pesar de todo, cientos de colecciones de libros han sobrevivido a las catástrofes provocadas por el hombre, como son las guerras, incendios, robos, censuras y saqueos.

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