Con la acidez y sarcasmo que lo caracteriza, Bierce nos da su definición de amor:
“Amor, s. Locura temporaria que sólo se puede curar mediante el matrimonio , o bien, alejando al doliente de los influjos bajo los cuales ha adquirido el mal. Esta enfermedad, como las caries y muchas otras, solo se propaga entre las razas civilizadas que viven en condiciones artificiales; las naciones bárbaras, que comen alimentos sencillos, y respiran el aire puro, son inmunes a sus efectos. A veces es fatal, aunque más frecuentemente para el médico que para el enfermo.”
Extraído de: “Diccionario del Diablo“, Ambrose Bierce, Ediciones
Ambrose Bierce fue un tipo curioso, dotado de un humor negro, cínico y mordaz que le ayudó a ganar un puesto reconocido en la literatura norteamericana. Nació en 1842 en un pueblito de Ohio (EE.UU.). Fue el décimo de trece hermanos a los que su padre -casi con afán maníaco- había bautizado con nombres que empezaban invariablemente con la letra “A”. Al comienzo de la Guerra Civil estadounidense, Bierce se alistó en el ejército de la Unión como topógrafo. Luchó en varias batallas, de las que guardó, como recuerdo, algunas heridas y profundas impresiones que marcarían muchas de las páginas que posteriormente escribiría.
En 1871 se casó. Tuvo tres hijos, dos de los cuales morirían antes que sus padres, en circunstancias funestas. En 1888 su matrimonio se vino abajo tras descubrir algunas cartas comprometedoras de un admirador secreto a su esposa, la cual murió poco después. Con este historial de vida, Bierce formó su carácter.
Si bien vivió algún tiempo en Londres por motivos de salud, su vida se desarrolló principalmente en la ciudad de San Francisco, en donde desplegó una intensa actividad literaria en periódicos como The San Francisco Newsletter, The Argonaut, Overland Monthy, The Wasp y el San Francisco Examiner.
Escribió ensayos y artículos periodísticos -que le ganaron fama en su entorno-, poesía y muchos relatos cortos, casi todos relacionados con historias de guerra. Pero su trabajo más conocido es el “Diccionario del Diablo” (The Devil’s Dictionary). Las entradas de este curioso diccionario se fueron publicando en diversos periódicos durante una larga serie de años (1875-1906), y sólo fueron compiladas en un volumen tardíamente, en 1906, bajo el título de “Cynic’s Word Book” (El glosario del cínico). En esas definiciones, Bierce hizo gala del estilo único que lo inmortalizó.
En octubre de 1913, el septuagenario autor emprendió un largo viaje que lo llevó, como destino final, a México, en donde se preparaba la revolución de Pancho Villa. Unido a sus fuerzas como observador, Bierce desapareció sin dejar ningún rastro en 1913-1914. Es la más famosa de las desapariciones literarias norteamericanas. En su última carta, dirigida a una sobrina, el escritor desvela parte del enigma, a la vez que muestra -una vez más- su profundo cinismo:
“Adiós - Si te enteras que fui puesto contra un muro de piedra mexicano y fusilado, debes saber que pienso que es una buena manera de partir de esta vida. Causas como la ancianidad, la enfermedad o una caída por las escaleras quedarán así eliminadas...
Ser gringo en México - ¡ah, eso es eutanasia!”.
La visión sardónica de la naturaleza humana que impregnó su obra, junto con su vehemencia y su crítica implacable le ganaron el apodo de “Bitter Bierce” (Amargo Bierce). Los críticos actuales remarcan el empleo de un inglés puro en sus trabajos, y una redacción que expresaba densos conjuntos de ideas (a veces contrapuestas por el doble sentido) en una única y reducida frase.
En 1911 se publicó el diccionario bajo el título actual, “The Devil’s Dictionary”, dentro de una edición de las obras completas de Bierce. En 1967 se compiló una versión extendida del texto, con numerosas entradas que faltaban en ediciones anteriores. Finalmente, en el 2000 vio la luz una edición revisada, que sumaba entradas y eliminaba unas 200 definiciones falsamente atribuidas a Bierce.
Algunos ejemplos tomados del “Diccionario...” les permitirán hacerse una idea de la mordacidad, ironía y uso del doble sentido de su autor. Fíjense, por ejemplo, las durísimas definiciones siguientes, que, lamentablemente, recogen sentimientos reales de principios de siglo (algunos extendidos hasta hoy):
Aborígenes, s. Seres de escaso mérito que entorpecen el suelo de un país recién descubierto. Pronto dejan de entorpecer; entonces, fertilizan.
Africano, s. Negro que vota por nuestro partido.
Infiel, adj. y s. Dícese, en New York, del que no cree en la religión cristiana; en Constantinopla, del que cree.
Inmigrante, s. Persona inculta que piensa que un país es mejor que otro.
Aire, s. Sustancia nutritiva con que la generosa Providencia engorda a los pobres.
Distancia, s. Único bien que los ricos permiten conservar a los pobres.
Bierce analizó el carácter humano con un genio ilimitado...
Acusar, v.t. Afirmar la culpa o indignidad de otro; generalmente, para justificarnos por haberle causado algún daño.
Adherente, s. Secuaz que todavía no ha obtenido lo que espera.
Amistad, s. Barco lo bastante grande como para llevar a dos con buen tiempo, pero a uno solo en caso de tormenta.
Celoso, adj. Indebidamente preocupado por conservar lo que sólo se puede perder cuando no vale la pena conservarlo.
Humildad, s. Paciencia inusitada para planear una venganza que valga la pena.
Idiota, s. Miembro de una vasta y poderosa tribu cuya influencia en los asuntos humanos ha sido siempre dominante.
Un par de definiciones que podrían haber valido para él mismo son las siguientes:
Cínico, s. Miserable cuya defectuosa vista le hace ver las cosas como son y no como debieran ser.
Loco, adj. Dícese de quien está afectado de un alto nivel de independencia intelectual; del que no se conforma a las normas de pensamiento, lenguaje y acción que los conformantes han establecido observándose a sí mismos; del que no está de acuerdo con la mayoría; en suma, de todo lo que es inusitado.
Sobre las propias definiciones y diccionarios, Bierce tenía una opinión bastante particular:
Diccionario, s. Perverso artificio literario que paraliza el crecimiento de una lengua además de quitarle soltura y elasticidad.
Magnético, adj. Dícese de lo que sufre la influencia del magnetismo.
Magnetismo, s. Lo que ejerce influencia sobre algo magnético. Estas dos definiciones están condensadas de la obra de un millar de eminentes hombres de ciencia, que han arrojado sobre el tema una luz deslumbrante, con indecible progreso del conocimiento humano.
Asimismo, tenía su propio punto de vista sobre los escritores y la escritura:
Gramática, s. Sistema de trampas cuidadosamente preparadas en el camino por donde el autodidacto avanza hacia la distinción.
Ganso, s. Ave que suministra plumas para escribir que, gracias a un proceso oculto de la naturaleza, están impregnadas, en distinta medida, de la energía intelectual y el carácter del ganso, de suerte que al ser entintadas y deslizadas mecánicamente sobre un papel por una persona llamada “autor”, resulta una trascripción bastante exacta de los pensamientos y sentimientos del ave.
Folletín, s. Obra literaria, generalmente una historia que no es verdadera y que se prolonga insidiosamente en varios números de un periódico o una revista. Cada entrega suele venir precedida de un “resumen de lo publicado”, para los que no la han leído, pero sería más necesario un “resumen de lo que sigue”, para los que no piensan leerlo. Lo mejor sería un resumen de todo.
Las costumbres humanas no se le escaparon, por supuesto:
Gato, s. Autómata blando e indestructible que nos da la naturaleza para que lo pateemos cuando las cosas andan mal en el círculo doméstico.
Mamíferos, s. Familia de vertebrados cuyas hembras, en estado natural, amamantan a su cría, pero cuando se vuelven civilizadas e inteligentes la dan a la nodriza o usan el biberón.
Mendigo, s. El que ha confiado en la ayuda de los amigos.
Lamentable, adj. Estado de un enemigo o adversario después de un encuentro imaginario con uno mismo.
Si bien se enfocó en estas “debilidades humanas”, incluyó en su diccionario entradas de lo más variadas. Por ejemplo, la política:
Amnistía, s. Magnanimidad del Estado para con aquellos delincuentes a los que costaría demasiado castigar.
Batalla, s. Método de desatar con los dientes un nudo político que no pudo desatarse con la lengua.
En 1871 se casó. Tuvo tres hijos, dos de los cuales morirían antes que sus padres, en circunstancias funestas. En 1888 su matrimonio se vino abajo tras descubrir algunas cartas comprometedoras de un admirador secreto a su esposa, la cual murió poco después. Con este historial de vida, Bierce formó su carácter.
Si bien vivió algún tiempo en Londres por motivos de salud, su vida se desarrolló principalmente en la ciudad de San Francisco, en donde desplegó una intensa actividad literaria en periódicos como The San Francisco Newsletter, The Argonaut, Overland Monthy, The Wasp y el San Francisco Examiner.
Escribió ensayos y artículos periodísticos -que le ganaron fama en su entorno-, poesía y muchos relatos cortos, casi todos relacionados con historias de guerra. Pero su trabajo más conocido es el “Diccionario del Diablo” (The Devil’s Dictionary). Las entradas de este curioso diccionario se fueron publicando en diversos periódicos durante una larga serie de años (1875-1906), y sólo fueron compiladas en un volumen tardíamente, en 1906, bajo el título de “Cynic’s Word Book” (El glosario del cínico). En esas definiciones, Bierce hizo gala del estilo único que lo inmortalizó.
En octubre de 1913, el septuagenario autor emprendió un largo viaje que lo llevó, como destino final, a México, en donde se preparaba la revolución de Pancho Villa. Unido a sus fuerzas como observador, Bierce desapareció sin dejar ningún rastro en 1913-1914. Es la más famosa de las desapariciones literarias norteamericanas. En su última carta, dirigida a una sobrina, el escritor desvela parte del enigma, a la vez que muestra -una vez más- su profundo cinismo:
“Adiós - Si te enteras que fui puesto contra un muro de piedra mexicano y fusilado, debes saber que pienso que es una buena manera de partir de esta vida. Causas como la ancianidad, la enfermedad o una caída por las escaleras quedarán así eliminadas...
Ser gringo en México - ¡ah, eso es eutanasia!”.
La visión sardónica de la naturaleza humana que impregnó su obra, junto con su vehemencia y su crítica implacable le ganaron el apodo de “Bitter Bierce” (Amargo Bierce). Los críticos actuales remarcan el empleo de un inglés puro en sus trabajos, y una redacción que expresaba densos conjuntos de ideas (a veces contrapuestas por el doble sentido) en una única y reducida frase.
En 1911 se publicó el diccionario bajo el título actual, “The Devil’s Dictionary”, dentro de una edición de las obras completas de Bierce. En 1967 se compiló una versión extendida del texto, con numerosas entradas que faltaban en ediciones anteriores. Finalmente, en el 2000 vio la luz una edición revisada, que sumaba entradas y eliminaba unas 200 definiciones falsamente atribuidas a Bierce.
Algunos ejemplos tomados del “Diccionario...” les permitirán hacerse una idea de la mordacidad, ironía y uso del doble sentido de su autor. Fíjense, por ejemplo, las durísimas definiciones siguientes, que, lamentablemente, recogen sentimientos reales de principios de siglo (algunos extendidos hasta hoy):
Aborígenes, s. Seres de escaso mérito que entorpecen el suelo de un país recién descubierto. Pronto dejan de entorpecer; entonces, fertilizan.
Africano, s. Negro que vota por nuestro partido.
Infiel, adj. y s. Dícese, en New York, del que no cree en la religión cristiana; en Constantinopla, del que cree.
Inmigrante, s. Persona inculta que piensa que un país es mejor que otro.
Aire, s. Sustancia nutritiva con que la generosa Providencia engorda a los pobres.
Distancia, s. Único bien que los ricos permiten conservar a los pobres.
Bierce analizó el carácter humano con un genio ilimitado...
Acusar, v.t. Afirmar la culpa o indignidad de otro; generalmente, para justificarnos por haberle causado algún daño.
Adherente, s. Secuaz que todavía no ha obtenido lo que espera.
Amistad, s. Barco lo bastante grande como para llevar a dos con buen tiempo, pero a uno solo en caso de tormenta.
Celoso, adj. Indebidamente preocupado por conservar lo que sólo se puede perder cuando no vale la pena conservarlo.
Humildad, s. Paciencia inusitada para planear una venganza que valga la pena.
Idiota, s. Miembro de una vasta y poderosa tribu cuya influencia en los asuntos humanos ha sido siempre dominante.
Un par de definiciones que podrían haber valido para él mismo son las siguientes:
Cínico, s. Miserable cuya defectuosa vista le hace ver las cosas como son y no como debieran ser.
Loco, adj. Dícese de quien está afectado de un alto nivel de independencia intelectual; del que no se conforma a las normas de pensamiento, lenguaje y acción que los conformantes han establecido observándose a sí mismos; del que no está de acuerdo con la mayoría; en suma, de todo lo que es inusitado.
Sobre las propias definiciones y diccionarios, Bierce tenía una opinión bastante particular:
Diccionario, s. Perverso artificio literario que paraliza el crecimiento de una lengua además de quitarle soltura y elasticidad.
Magnético, adj. Dícese de lo que sufre la influencia del magnetismo.
Magnetismo, s. Lo que ejerce influencia sobre algo magnético. Estas dos definiciones están condensadas de la obra de un millar de eminentes hombres de ciencia, que han arrojado sobre el tema una luz deslumbrante, con indecible progreso del conocimiento humano.
Asimismo, tenía su propio punto de vista sobre los escritores y la escritura:
Gramática, s. Sistema de trampas cuidadosamente preparadas en el camino por donde el autodidacto avanza hacia la distinción.
Ganso, s. Ave que suministra plumas para escribir que, gracias a un proceso oculto de la naturaleza, están impregnadas, en distinta medida, de la energía intelectual y el carácter del ganso, de suerte que al ser entintadas y deslizadas mecánicamente sobre un papel por una persona llamada “autor”, resulta una trascripción bastante exacta de los pensamientos y sentimientos del ave.
Folletín, s. Obra literaria, generalmente una historia que no es verdadera y que se prolonga insidiosamente en varios números de un periódico o una revista. Cada entrega suele venir precedida de un “resumen de lo publicado”, para los que no la han leído, pero sería más necesario un “resumen de lo que sigue”, para los que no piensan leerlo. Lo mejor sería un resumen de todo.
Las costumbres humanas no se le escaparon, por supuesto:
Gato, s. Autómata blando e indestructible que nos da la naturaleza para que lo pateemos cuando las cosas andan mal en el círculo doméstico.
Mamíferos, s. Familia de vertebrados cuyas hembras, en estado natural, amamantan a su cría, pero cuando se vuelven civilizadas e inteligentes la dan a la nodriza o usan el biberón.
Mendigo, s. El que ha confiado en la ayuda de los amigos.
Lamentable, adj. Estado de un enemigo o adversario después de un encuentro imaginario con uno mismo.
Si bien se enfocó en estas “debilidades humanas”, incluyó en su diccionario entradas de lo más variadas. Por ejemplo, la política:
Amnistía, s. Magnanimidad del Estado para con aquellos delincuentes a los que costaría demasiado castigar.
Batalla, s. Método de desatar con los dientes un nudo político que no pudo desatarse con la lengua.
En fin... Una pequeña muestra de un gran trabajo que no debería faltar en nuestra biblioteca particular. Para aquellos interesados en la lectura completa del texto -y que, por supuesto, dispongan de un buen acceso a Internet y posibilidad de leer a través de una computadora- la descarga del libro es factible desde el sitio web El Aleph. La versión original en inglés -recomendable, si se domina dicho idioma- es posible a través del Proyecto Gutemberg.
Sabiduría, s. Tipo de ignorancia que distingue al estudioso.
Sabiduría, s. Tipo de ignorancia que distingue al estudioso.
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