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viernes, 13 de mayo de 2016

Carson Mac Cullers , la Escritora del Sur Profundo.

Carson McCullers, la retratista de lo más desolador del "deep south" (XXXIX)

JAVIER MEMBA
La crítica suele situar a Lila Carson Smith, más conocida por su nombre de pluma, Carson McCullers, a mitad de camino entre William Faulkner y Truman Capote. Como aquél, McCullers nos propone la decadencia del Sur estadounidense mediante el retrato de sus miserables protagonistas; como éste, no puede dejar de sentir cierta ternura por sus personajes. Su obra, reducida a cuatro novelas y un par de colecciones de relatos, nos muestra un mundo desolador poblado por sordomudos, mirones, niñas que buscan refugio en su fantasía, homosexuales y viragos.

Nacida en Columbus (Georgia) el 19 de febrero de 1917, su primera idea fue convertirse en una brillante concertista de piano. Para ello se trasladó a Nueva York en 1937 con el propósito de estudiar música. Sin embargo, tras seguir unos cursos de escritura creativa en la Universidad de Columbia, su verdadero destino quedó fijado. Por lo demás, su experiencia musical nunca llegaría más allá de su participación en algunas orquestas de segunda, empleo que alternaría con el de recepcionista en un hotel y, más tarde, con el de periodista.

Niña prodigio de las letras norteamericanas 

Su primera novela, 'El corazón es un cazador solitario' (1940), publicada cuando Carson sólo contaba 24 años, la convirtió en toda una niña prodigio de las letras norteamericanas. Saludada con entusiasmo por la crítica, en sus páginas se daba cuenta de la existencia de varios habitantes de un pequeño pueblo. Así se entrecruzan las historias de Copeland, un médico interesado en concienciar a los negros; Biff, el dueño del "drugstore"; Mick, una adolescente apasionada de la música -a buen seguro trasunto de la autora- cuyos sueños la evaden de la miseria de su hogar; Blount, un forastero alcohólico; el sordomudo John Singer, interlocutor ideal... Cada uno a su modo, todos ellos amenazan con una ruina inminente, a la vez que componen una amplia panorámica a través de los distintos matices de la soledad.


Páginas regadas con alcohol 

Becada a raíz del éxito de su primera ficción por la Fundación Guggenheim, finalizada la guerra, como vienen haciendo desde los años 20 todos los escritores norteamericanos, Carson McCullers se instala en París. En la capital francesa contraerá matrimonio con un oficial norteamericano destinado allí. Pero Carson no estaba hecha para el matrimonio. Muy probablemente, 'Frankie y la boda' (1946) -donde se nos propone la triste experiencia de una niña convencida de podrá irse a vivir con su idolatrado hermano cuando éste se case- guarde cierta relación con la unión de la escritora.

De regreso a América, Carson comienza a ser presa de constantes depresiones que acaban llevándola al alcoholismo. Entre borrachera y borrachera, a página diaria se afirma en su edición española (Bruguera, 1984), escribe 'Reloj sin manecillas', aparecida en 1961. En ella acomete un tema ineludible para todos los escritores nacidos en el Sur estadounidense: la segregación racial y los problemas que ésta genera, vistos desde la perspectiva de un farmacéutico que, con tan solo 40 años, descubre que está punto de morir. A la sazón, Carson McCullers padece una parálisis que va minando su vida inexorablemente.

Publicada dentro del volumen de relatos al que da título, 'La balada del café triste' -que en España suele editarse como un texto independiente, narra una mísera e imposible historia de amor: la habida entre la virago Amelia y su primo, un tullido que roza la subnormalidad.

Muerta en Nueva York, el 15 de agosto de 1967, su última colección de relatos, 'The Mortgaged Heart', aparece en 1971. Para entonces, Carson McCullers ya esta considerada una de las voces más importantes y sugerentes de la literatura norteamericana del siglo XX.


Del libro al cine



El año siguiente, en 1941, aparece la quizá sea su novela más conocida, merced a la adaptación cinematográfica de ella que realizara John Huston: 'Reflejos en un ojo dorado'. Si en su primera entrega la autora fue a dar cuenta de las miserias de la sociedad civil de su sur natal, en este caso será la sociedad militar la que merezca la aguda observación de la escritora. En esta ocasión se nos propone la historia de un crimen -el que un capitán comete en la persona de un soldado al que le gustaba ver dormir desnuda a la mujer del oficial-, que no es otra cosa que la mejor disculpa que la autora encuentra para mostrarnos los más íntimos agobios de sus protagonistas. El oficial, sin ir más lejos, es homosexual. 










En un fuerte situado en el sur de los EEUU, el comandante Weldon Penderton (Marlon Brando) se ha dedicado a la enseñanza de tácticas militares, mientras que su esposa Leonora (Elizabeth Taylor) prefiere solazarse con el teniente-coronel Morris Langdon (Brian Keith), amigo de la pareja. Todo esto lo observa, detalle a detalle, el soldado Williams (Robert Forster), un joven que parece fascinado con la bella mujer, mientras que Penderton comienza a interesarse por cada movimiento del joven soldado






















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