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viernes, 27 de mayo de 2016

Cortazar , la Fotografia y La Literatura.


“He hecho lo posible por mirar (porque ver es fácil)”


Julio  Cortázar (1956)












Julio Cortazar a los  nueve años.






En el centro , un joven Julio Cortazar, maestro en Bolivar 1936











Julio Cortázar habla sobre la relación entre Fotografía yLiteratura


 “La novela y el cuento se dejan comparar analógicamente con el cine y la fotografía, en la medida en que una película es en principio un “orden abierto”, novelesco, mientras que una fotografía lograda presupone una ceñida limitación previa, impuesta en parte por el reducido campo que abarca la cámara y por la forma en que el fotógrafo utiliza estéticamente esa limitación. No sé si ustedes han oído hablar de su arte a un fotógrafo profesional; a mí siempre me ha sorprendido el que se exprese tal como podría hacerlo un cuentista en muchos aspectos. Fotógrafos de la calidad de un Cartier-Bresson o de un Brasai definen su arte como una aparente paradoja: la de recortar un fragmento de la realidad, fijándole determinados límites, pero de manera tal que ese recorte actúe como una explosión que abre de par en par una realidad mucho más amplia, como una visión dinámica que trasciende espiritualmente el campo abarcado por la cámara. Mientras en el cine, como en la novela, la captación de esa realidad más amplia y multiforme se logra mediante el desarrollo de elementos parciales, acumulativos, que no excluyen, por supuesto, una síntesis que dé el “clímax” de la obra, en una fotografía o en un cuento de gran calidad se procede inversamente, es decir que el fotógrafo o el cuentista se ven precisados a escoger y limitar una imagen o un acaecimiento que sean significativos, que no solamente valgan por sí mismos, sino que sean capaces de actuar en el espectador o en el lector como una especie de apertura, de fermento que proyecta la inteligencia y la sensibilidad hacia algo que va mucha más allá de la anécdota visual o literaria contenidas en la foto o en el cuento. Un escritor argentino, muy amigo del boxeo, me decía que en ese combate que se entabla entre un texto apasionante y su lector, la novela gana siempre por puntos, mientras que el cuento debe ganar por knock-out.”





La foto salió movida


    Un cronopio va a abrir la puerta de calle, y al meter la mano en el bolsillo para sacar la llave lo que saca es una caja de fósforos, entonces este cronopio se aflige mucho y empieza a pensar que si en vez de la llave encuentra los fósforos, sería horrible que el mundo se hubiera desplazado de golpe, y a lo mejor si los fósforos están donde la llave, puede suceder que encuentre la billetera llena de fósforos, y la azucarera llena de dinero, y el piano lleno de azúcar, y la guía del teléfono llena de música, y el ropero lleno de abonados, y la cama llena de trajes, y los floreros llenos de sábanas, y los tranvías llenos de rosas, y los campos llenos de tranvías. Así es que este cronopio se aflige horriblemente y corre a mirarse al espejo, pero como el espejo esta algo ladeado lo que ve es el paragüero del zaguán, y sus presunciones se confirman y estalla en sollozos, cae de rodillas y junta sus manecitas no sabe para que. Los famas vecinos acuden a consolarlo, y también las esperanzas, pero pasan horas antes de que el cronopio salga de su desesperación y acepte una taza de té, que mira y examina mucho antes de beber, no vaya a pasar que en vez de una taza de té sea un hormiguero o un libro de Samuel Smiles.





Posiblemente no haya escritor argentino más ligado a la fotografía que Julio Cortázar: escribió sobre ella, habló de ella, viajó con una cámara colgada por medio mundo, se retrató como pocos y hasta comparó el arte de escribir cuentos con el fotográfico.





Hay muchos –no demasiados– escritores muy fotogénicos y muy fotografiados. Julio Cortázar fue uno de ellos. Lo que distingue a Cortázar es, además, su ocupación y preocupación por la fotografía. Textos como “Las babas del diablo” o “La foto salió movida” o “Apocalipsis de Solentiname” son, apenas, algunos de los muchos flashes iluminando el encandilante cuarto oscuro de su obra. Párrafos en conferencias del tipo “La novela y el cuento se dejan comparar analógicamente con el cine y la fotografía, en la medida en que una película es en principio un ‘orden abierto’, novelesco, mientras que una fotografía lograda presupone una ceñida limitación, pero al mismo tiempo ese cierre actúa como una explosión que abre de par en par una realidad mucho más amplia, como una visión dinámica que trasciende el campo abarcado de la cámara” son, apenas, afirmativos negativos de, enseguida, prácticas positivadas.
De ahí que una foto de Cortázar acabe siendo bastante más que una foto de Cortázar.



Fuente: Rodrigo Fresan


Julio Cortázar a bordo del buque “Río Belgrano”, Buenos Aires-Marsella, 1958..





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